La Ciudad

Por Luciano Moran

“Haber pertenecido al CEUTA fue un orgullo enorme para mí”

18|06|23 12:37 hs.

El joven Federico Hogsberg describió su paso y la función que tuvo en la casa del Centro de Estudiantes Universitarios de Tres Arroyos en La Plata. Además, se refirió a cómo fue recibirse de arquitecto y casarse por la plataforma digital Zoom desde un pequeño pueblo en Estados Unidos –todo en 2023- y adelantó detalles de su viaje a Italia en búsqueda de una nueva experiencia de vida


Esta es una parte de la historia de vida de Federico Hogsberg, tresarroyense nacido el 8 de marzo de 1992 que cursó sus estudios primarios en el ex Colegio Nacional y los secundarios en la Escuela Agropecuaria. Hace dos meses se recibió por Zoom de arquitecto tras rendir exitosamente la tesis por Zoom desde Estados Unidos, carrera que realizó en la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP). 

 Esa meta alcanzada luego de varios años de sacrificio, claro está que no fue para nada fácil de lograr. El recorrido tuvo varias cosas en el medio que a continuación trataré de sintetizar de la mejor manera posible.

 El CEUTA
Este joven vivió durante el 2016 en la casa del Centro de Estudiantes Universitarios de Tres Arroyos (CEUTA) en La Plata, con sede actualmente en diagonal 77 entre 5 y 6 y a su vez formó parte junto a Esteban Kraemer, M. Emilia Capurso, Dolores Barbera, Ignacio Rizzi, Alejo Felice, Francisco Merodo, Nicolás Saltapé, Micaela Garate, Azul Hernández y Echu Sánchez de lo que fue la primera comisión directiva externa que tuvo el CEUTA, allá por el 2013. 



El ideólogo de este espacio fue su amigo tresarroyense Alejandro Grignoli, quien al ingresar a la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la UNLP, arrancó a planear todo. “Él encontró archivos del CEUTA de la década del ´80 y ´90 –que luego hicimos resurgir- cuando en La Plata ya se empezaba a ver que existía una tradición de casas de estudiantes del interior. Pensó en que era posible crearla en el 2013 y me invitó a sumarme. Entre todos nos reuníamos una vez por semana para armar las bases de lo que terminó siendo el CEUTA, lugar que ya lleva 10 años. En ese entonces obtuvimos la personería jurídica y el reglamento de socios para una futura convivencia”, confió a La Voz del Pueblo al inicio de la nota Federico Hogsberg. 

 Luego de eso, el deseo del grupo fue conseguir una casa para poder hacer ese sueño realidad, algo que se dio rápidamente. En este sentido, agregó que “en 2013 salimos a buscar apoyo económico, algo que llegó de la mano de Pablo Garate quien durante 10 años nos brindó un sostén muy importante para los alquileres. Él había formado parte del primer CEUTA, sabía de qué se trataba el tema. Así pudimos concretar una vivienda chica en primera instancia para 6 personas, en calle 47 entre 18 y 19. Hoy el lugar es más grande porque entran 12 estudiantes, pero los orígenes siguen siendo los mismos. Fuimos aprendiendo sobre la marcha, una gran experiencia sin lugar a dudas de la cual guardo los mejores recuerdos”. 

En ese aprendizaje, junto al resto de sus amigos de la comisión directiva externa del CEUTA, supieron hacer entrevistas en compañía de asistentes sociales para analizar quienes podrían llegar a ingresar a vivir a la casa, a la vez que hacían de contención en lo que refiere a la organización de los estudiantes en ese lugar, explicaban los reglamentos y los objetivos a seguir. Más tarde, llegaría la mudanza a la sede actual de diagonal 77 entre 5 y 6. 





Con el paso del tiempo, varios integrantes de esa comisión se fueron recibiendo y optaron por seguir su camino relacionado a la carrera que cada uno siguió. “Allí es cuando en 2016 me quedo en La Plata y me voy a vivir al CEUTA para hacer el traspaso de la comisión que estaba anteriormente a una nueva. Los chicos adentro de la casa tienen su propio reglamento interno y nosotros íbamos una vez por semana a hacer una asamblea. Hicimos el traspaso de mando y quedó a cargo la comisión interna, con todos los jóvenes que allí residen ahora. De los fundadores del CEUTA creo que soy el último en recibirme (risas)”, reconoció Federico Hogsberg. 

Con orgullo y satisfacción, hizo referencia a que es un espacio que trasciende lo material porque en ese proceso se dieron cuenta de que simplemente eran jóvenes de Tres Arroyos que buscaban ayudar a sus pares en cuanto al estudio, “aunque al mismo tiempo el CEUTA fue un lugar para gente que necesitó hospedaje un fin de semana por problemas de salud de algún familiar. Siempre abrimos las puertas y crecimos desde otro aspecto también, lo cual es muy valorable”.





 Arquitectura 
La carrera universitaria de arquitectura la inició en 2011 y en 2015, comenzó a trabajar en una constructora. “Me llevó sus años, el último final lo rendí en 2019. El recorrido fue espectacular y haber pertenecido al CEUTA fue un orgullo enorme para mí. No me arrepiento de nada, más bien todo lo contrario. Me atrasé un poco con algún que otro final, pero que siga activo el CEUTA es una felicidad absoluta. Es producto del gran trabajo en equipo que hicimos”, sostuvo con una lógica voz entrecortada. 

Desde muy chico, una de sus pasiones era dibujar. Siempre tuvo en claro que quería ser arquitecto de grande. Sobre ello, Hogsberg indicó que “es un poco anecdótico el final de la carrera que hice porque se me mezclaron las últimas materias con trabajo. Tuve que mudarme, empecé a trabajar en Buenos Aires sin haber dado la tesis, la cual pude rendir bien hace poco tiempo”. 





Ya instalado allí, desempeñó funciones en algunos proyectos de casas de la zona norte y sur de Buenos Aires. “Fueron un par de años de intensa labor en proyectos y direcciones de obras. Mi mujer es médica cardióloga, se llama Sofía Capdeville y es de la localidad de Balcarce, nos conocimos en La Plata estudiando. Ella luego consiguió trabajo en un hospital de capital y yo seguí ahí paralelamente con mi tarea”, recordó. 

Destacó como un factor clave el gran apoyo familiar y de amigos que tuvo en esa última etapa previa a recibirse y agradeció profundamente a “todos los que estuvieron presentes para ayudarme a terminar de hacer alguna maqueta y las presentaciones finales. Pensé en postergar la tesis, pero en el fondo sabía que debía hacerla para obtener el título. El trabajo final consistió en un diseño arquitectónico de un edificio para la localidad de Florencio Varela. Tenía la tesis ya completa para presentar y mi novia justo recibió una invitación de trabajo en Estados Unidos. Hacia ahí fuimos”. 

 Por esa razón, pidió un permiso especial en la UNLP y en la Facultad de Arquitectura y Urbanismo para recibirse a distancia por Zoom, el cual fue concedido, post pandemia. “Me recibí el 13 de abril de este año de manera virtual, fue algo que no planifiqué pero que salió mejor de lo que esperaba realmente. Tenía que darle un cierre a esa etapa”, valoró Hogsberg con alegría.  



Presente y futuro

Pero acá no termina esta historia. El 25 de mayo, hace poco menos de un mes, Federico se casó también por Zoom con su mujer Sofía Capdeville, en un pueblo de la costa oeste de Estados Unidos llamado Charlottesville.

 Allí cuidó personas y ahora está tramitando el título oficial como arquitecto, a lo que señaló que “ni bien me recibí, me incliné a tramitarlo porque lo quiero convalidar en Italia. Aquí trabajé durante varios meses además en un restaurante como mozo, fue genial porque aprendí muchísimo. Es un pueblo muy pintoresco, similar a la ciudad de Tandil pero en Estados Unidos. Hice toda la temporada de primavera y verano, ya que acá hay una universidad y en época altas temperaturas, la mayoría de los estudiantes se van, por lo que el trabajo bajó considerablemente”.

 Sobre su recibida y casamiento a través de la plataforma digital, aseguró que “haberme podido reunir con ambas familias, amigos y que el cura del pueblo nos haya dado sus bendiciones, fue increíble. Jamás pensé que podía vivir algo así. Gracias a Zoom pude compartir dos de los momentos más importantes de mi vida con todos mis seres queridos. Elegimos una fecha patria –feriado- para que todos puedan disfrutar del casamiento en vivo. Fue mejor de lo que uno piensa, dejamos el celular apoyado en una mesa y salió diez puntos”. 

De cara a lo que viene, Hogsberg adelantó que en estos días partirá hacia Italia, ya que tiene pasaje de ida, pero no de vuelta. “Voy solo, mi mujer tiene que estar hasta septiembre en Estados Unidos, iré seguramente a un pueblo que visitó mi familia porque creo que hay un pariente lejano. Viajo sin fecha de regreso, pienso hacer un posgrado vinculado a la historia arquitectónica de Italia. Tengo amigos en Roma y a futuro me gustaría recorrer Dinamarca, pero eso quedará para más adelante”, añadió con tono de ilusión. 

 Al ser consultado por sus objetivos para lo que resta del año, dijo que “estudiaré italiano en un instituto calabrés y buscaré algún trabajo temporal, como para poder establecerme. Mi sueño es trabajar de arquitecto en Italia. Todas estas experiencias sirven para crecer también como persona y conocer otras culturas, te enriquece desde otro lado”. 

 Como no podía ser de otra manera, remarcó que a Tres Arroyos siempre lo lleva adentro de su corazón porque permanentemente está en contacto con familiares y amigos de su ciudad natal que lo mantienen informado. Se mostró ilusionado con esta nueva etapa que vivirá en Italia, aunque no descartó en un futuro regresar a nuestro distrito para seguir desarrollándose como arquitecto. 

 Antes de la despedida, recordó su paso por el rugby del Club Cazadores e hizo referencia al apoyo que recibió cuando era adolescente de parte de una institución que lo marcó y formó como persona, deporte que también supo practicar en La Plata durante 6 años. “Un agradecimiento especial a quienes fueron mis entrenadores, al ´negro´ Adrián Hernández y al ´pájaro´ Javier Albareda. Gracias a ´mi viejo´ y Feliz Día al querido Eduardo que me bancó siempre y estuvo firme al pié del cañón cuando más lo necesité”, concluyó Federico Hogsberg en una nueva historia de un tresarroyense por el mundo.       




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