18|03|23 22:26 hs.
La pequeña claromequense de 8 años se encuentra internada hace pocas semanas en el Hospital Garrahan acompañada por su mamá Yamila Satini. Los primeros síntomas, el viaje hasta Buenos Aires, el recibimiento de la noticia y el día a día en este momento, todo contado por la madre en una entrevista con La Voz del Pueblo
El nombre de Milena se encuentra sonando en boca de todo el distrito. Su mamá, Yamila Satini, se encarga de documentar el proceso que están atravesando y de compartirlo en los medios de comunicación y las redes sociales para generar conciencia y ayudar con su experiencia a quien lo necesite. Es que su pequeña fue diagnosticada hace pocas semanas con leucemia linfoblastica aguda tipo B e inició un largo tratamiento en el Hospital Garrahan, en donde deberán estar por al menos dos años.
Todo eso y más contó Yamila en una entrevista con este diario, donde detalladamente habló sobre la experiencia en la Casa Garrahan, el trato de los médicos de aquel hospital y de las sensaciones que atraviesan estos días con junto con la pequeña, quien “tiene una valentía, una grandeza y una fuerza que yo la admiro”, expresó.

Los primeros días la pequeña permaneció internada en el Hospital Garrahan, donde el equipo médico la acompañó
Si bien Yamila no es oriunda de Claromecó, vive allí desde temprana edad y crió a toda su familia en el lugar. Tiene cinco hijos: Alejo de 25, Lautaro de 23, Dante de 18, Santino de 15 y la pequeña Milena de 8 años.
Según contó, la pequeña llegó con mucha alegría al mundo porque fue la única niña que tuvo. “Mi embarazo con Mile fue normal. Si me costó porque pasaron 7 años desde mi último hijo, pero nació a término. Ahí yo aproveche para hacerme la ligación”, recordó.
Mile vivió toda su vida en Claromecó, donde llevaba adelante una infancia rodeada de amigos y gente que la quiere mucho. “Fue al jardín de allá, a la escuela, este año pasó a 4º grado. Su infancia siempre fue muy linda, rodeada de sus hermanos, amigas, amigos, íbamos mucho a la plaza. Es una nena muy querida, que todo el mundo la conoce”, aseguró su mamá.
Primeros síntomas
A comienzos de febrero fue cuando arrancaron los primeros síntomas de Milena, que fueron dolor de cabeza y problemas en la vista. “Como por parte del papá hay familiares que tienen muchos problemas en la vista, yo decidí llevarla al oftalmólogo donde ellos se tratan”.
La primera consulta que realizaron “salió todo normal”, pero para seguir descartando cosas, decidieron hacerle análisis más específicos a mediados de febrero. “Ahí saltó que tenía un edema macular, que el doctor que la vio, Germán Campaña, hace 25 años es oftalmólogo y era la primera que veía a una nena de 8 años con eso, porque en general es algo de las personas mayores”.
Pasaron los días y como Yamila no se quedó tranquila con aquel diagnóstico, consultó también con los médicos del Instituto de Ojos del doctor Pomponio, “y todos decidieron mandarme al Hospital Garrahan”.
El diagnóstico El instinto maternal de Yamila hizo que rápidamente dejase todo preparado en su hogar porque algo internamente le decía que no iba a ser un viaje fácil. Así, dejó una gran cantidad de alimento para sus mascotas y dejó la casa completamente cerrada.
Preparó su bolso y el de Mile y ambas partieron para Buenos Aires al Hospital Garrahan. “Llegamos, sacamos un número y después de varias horas de espera empezaron a derivarnos. Yo vine con una historia clínica del doctor Campaña, entonces me mandaron a oftalmología”, recordó.
En ese sector confirmaron que estaba correcto el diagnóstico del doctor Campaña, pero necesitaban saber la causa y llegar más al fondo del problema. “Al otro día la miraron por completo y con todo lo que yo les conté de los antecedentes familiares, más todo lo que vieron, consultaron con otros doctores. Decidieron primero hacer unos análisis de sangre y nos quedamos esperando”.
Algunas horas después, llegaron los doctores para avisarle a Yamila que Milena iba a quedar internada. “Lo único que me dijeron en ese momento es que ella tenía una enfermedad en la sangre porque lo normal es que una persona tenga 5 mil glóbulos blancos y ella tenía 500 mil. Yo ya estaba hecha un mar de nervios, me pasaron muchas cosas en la cabeza”.

A Mile la internaron y siguiendo haciéndole estudios para corroborar las teorías. “Un grupo de oncólogos, enfermeros y pediatras me confirmaron que tenía leucemia linfoblastica aguda tipo B. Me dijeron 'esto es un tratamiento largo. No van a poder volverse a Claromecó por mínimo dos años'”.
Ese fue un momento de quiebre para la familia: “Yo trataba de no llorar porque Mile estaba jugando en una habitación al lado, pero mientras por mi cabeza pasaba mi casa, mi Claromecó, la gente que quiero, mis trabajos, todo. No sabía cómo afrontar la situación, qué hacer sola. Sentí mucho miedo, terror que mi hija se me muera. Pero enseguida empecé a tener contención y los médicos me dijeron 'esto tiene solución. Es un tratamiento largo, pero tiene solución. Es el 90 por ciento de los chicos que se van nuevamente a casa.
Solamente tenés que tener paciencia, acompañarla en todo lo que vos puedas y explicarle a ella que le van a pasar un montón de cositas pero que día a día se va a superar todo'. Siempre los oncólogos te dicen 'esto es día a día'”, contó Yamila, entre lágrimas.
Dar la noticia
Para la mamá no solamente fue duro estar lejos en Buenos Aires y afrontar la situación sola, sino que también tuvo la responsabilidad de comunicar la noticia a todos los seres queridos. “En la familia nadie lo podía creer porque venir por la vista y decirles a mis hijos que no me volvía, a todos mis vecinos que me cuiden la casa, al papá de mis hijos, fue un golpe bastante fuerte para todo el mundo”, aseguró.
Fue claramente un momento muy difícil que debió afrontar lo más entera posible para poder sostener a Mile. “Me pasaban muchas cosas por la cabeza porque yo soy trabajadora independiente. Pero no solamente por lo económico, sino también el tener que explicarles a mis hijos que no voy a volver por dos años... Mis hijos comprendieron la situación, todos los días nos llamamos, cuidan a mis gatos...”.
Otra tarea de gran responsabilidad además fue poder contarle a Milena lo que le estaba sucediendo. “Yo la expliqué a Mile que hay unos bichitos en su sangre, que son malos, entonces hay que matarlos para que ella se ponga bien. Pero para matarlos precisa no solamente sacarse sangre muchas veces todos los días, sino recibir muchas inyecciones, mucha medicación y algo llamado quimioterapia”.
Casualmente, ese mismo día Milena y su mamá habían estado en el hospital aplaudiendo a un pequeño que había realizado su última quimioterapia. “Como Milena me preguntaba, yo le expliqué lo que era. Ella relacionó eso que había pasado a la mañana con lo que a ella le estaba pasando, entonces cuando le dije que había que hacerle quimioterapia me preguntó: 'Mami, ¿a mí también me van a aplaudir?'”.
En el Garrahan Según pudo contar Yamila, un gran alivio llegó a ella cuando los médicos le dijeron que se podía quedar con su hija, primero internada en el hospital y luego de la primera quimioterapia en la Casa Garrahan.
Muchos cambios se vinieron de golpe para las dos. “Primero empezaron a preparar todo su cuerpito para empezar a recibir quimios. Mientras recibía quimio por pastillas y muchos remedios para el estómago. Pasamos de tomar un ibuprofeno cada tanto a tener 8 o 12 remedios por día. También cambió su dieta en la cual tiene prohibido comer sal y casi nada dulce”, explicó.
En este momento Milena recibe alrededor de dos quimioterapias por semana. “La verdad es que me tengo que sacar el sombrero por el Garrahan porque hemos tenido contención emocional en todo momento. Los médicos se presentan constantemente, te van explicando todo. No sé cómo agradecerles todo”, sostuvo.
Contó también que “en la Casita Garrahan son 46 piezas, que hay 43 ocupadas con mamás de distintos lugares con sus hijos que tienen distintas dolencias. Acá también tienen colegio, actividades recreativas, un patio de juegos gigante, una biblioteca enorme. La pieza donde estamos nosotras tiene aire acondicionado, una tele, te dan todo. No puedo quejarme de nada, al contrario, todo siempre es agradecimiento”.
El día a día
Milena ya lleva algunas semanas de tratamiento y, aunque afortunadamente todo está saliendo muy bien, algunos días se hace duro el proceso. “Ella me comunica lo que va pasando con sus estados de ánimo. Está tomando mucho corticoides y tiene hambre 24/7. Sus cambios de humores son constantes, por ahí se enoja más o está más chinchuda, pero lo entiende y se da cuenta.
Después todo lo demás lo viene tomando muy bien. No se ha descompuesto, ni mareado”.
La pequeña se encuentra un poco resignada por la situación. “Ella lo está tomando como que no le queda otra. Yo le digo que lo tome como unas vacaciones largas fuera de casa. Pero extraña mucho Claromecó, la playa, a su familia, sus amigos, andar en la moto, todo...”.
Sin embargo, una a la otra se contienen y se dan aliento para seguir adelante. “Muchas veces ella me da más fuerzas a mí que yo a ella. Yo siempre digo que es una guerrerita valiente. Ella lloró y pataleó la primera vez que la pincharon, pero de ahí en más nunca más lloró. Respira, se relaja y sabe que en un ratito pasa. Tiene una valentía, una grandeza y una fuerza que yo la admiro”.

Un momento muy especial y emotivo que vivieron juntas fue cuando decidieron raparse. “Ella todavía no había empezado con la quimio y había muchas opciones: podíamos esperar un tiempo a que el pelo se empezara a caer solo, o podíamos hacerlo antes y no pasar por eso momento duro en que se cae el primer mechón. Entonces ella decidió pelarnos ahora y me dijo: 'Yo no te quiero ver llorar cuando te quedes con mis pelitos en la mano'. Y yo la acompañé y estamos las dos peladas. Ya nos acostumbramos y nos gusta nuestro corte”.
Ambas demuestran la fortaleza que tienen cuando deben enfrentar situaciones difíciles y lo hacen con la mejor energía. “Dentro de todo, Mile sigue con una sonrisa, no está caída. Toma todo con un humor muy lindo. Me cuesta mucho más a mí aceptar todo lo que está pasando que a ella. Pero me trato de mostrar entera para sostenerla, aunque muchas veces ella me sostiene a mí”.
Hace poquitos días atrás, Mile tuvo su última quimioterapia y nuevamente salió todo muy bien, pero ellas saben que el tratamiento es largo y que no deben ponerse ansiosas por lo que pasará. “Todo esto es el día a día. Estamos haciendo dos quimios por semana. De acá a uno o dos meses, puede que disminuya la cantidad, pero no lo sabemos. Cada quimio es un rezo para que todo salga bien y poder volver a la casita”.
En el cierre, Yamila se mostró plenamente agradecida por el apoyo que se encuentran recibiendo de parte de toda la comunidad. “Quiero mandarles un beso a todos, un gracias gigante a todos, a cada persona que ayuda porque rezan, oran y piden por Mile, por mí y por todo lo que está pasando. Le pido que no solamente oren por Milena, sino por la sanación de todos los chicos, que hay muchos y muchas madres que están acá solas como yo”, concluyó.