Fernanda Elcuaz y Carlos Vaamonde

La Ciudad

Grupo Para Varones de Tres Arroyos

Un espacio que propone ayudar

16|10|22 08:20 hs.

En agosto del año 2019 comenzó a funcionar en la ciudad un dispositivo que trabaja con hombres que ejercen violencia de género. Se trata del Grupo Para Varones de Tres Arroyos, que actualmente está coordinado por el psicólogo Carlos Vaamonde y la trabajadora social Fernanda Elcuaz. El programa tiene lugar en la Secretaría de Desarrollo Social y depende de la Dirección de Mujeres, Género y Diversidad. 


La idea de iniciar este grupo nace a partir de la especialización en violencia familiar de la Universidad de Mar del Plata que se dictó en CRESTA. El objetivo es poder ocuparse del origen del problema estructural y social que es la violencia por razones de género.

Carlos coordina el dispositivo desde el inicio y Fernanda se sumó a trabajar en febrero de este año. “El grupo es cerrado, es decir que la gente viene durante un tiempo determinado. Hoy en día estamos trabajando más o menos tres o cuatro meses con cada uno”, comentó el psicólogo en una entrevista con este diario sobre la metodología de trabajo. 

 Los asistentes, que en su mayoría llegan derivados, durante ese tiempo asisten una vez por semana. “Ingresan a través de una admisión con una primera entrevista en donde decidimos si esa persona está apta para formar parte del grupo o no. También está abierto a lo voluntario, pero hemos tenido en el recorrido de estos tres años solo dos personas que vinieron de esa manera”, explicó. 

 A lo largo de esos meses, los concurrentes van trabajando sobre un hilo temático. “Uno de los principales ejes es poder armar el problema, que la persona llegue a la aceptación que aquello por lo que fue derivado realmente es un problema y que hay que tratar de pensarlo. La idea no es culpabilizar, sino que a partir de esa responsabilización se empiezan a ver un montón de cuestiones que exceden a la persona, porque esto es una problemática sociocultural”, sostuvo. 

En ese sentido, Fernanda indicó que “una cuestión que genera resistencia es no saber con qué se van a encontrar y creer que van a venir a sentarse en el banquillo de los acusados a que nosotros los juzguemos. Cuando conversamos y tenemos la primera entrevista intentamos romper con esa idea porque acá hablamos sobre la problemática, no particularizamos”. 

 Hacer un cambio 
Uno de los objetivos principales de los encuentros es que los asistentes empiecen a repensar el problema bajo una percepción sociocultural. “Uno de los desafíos nuestros como coordinadores es que las personas no solo piensan en lo que les tocó a ellos, sino que empiecen a poder observar alrededor. La idea es multiplicar y que alguien que tuvo la posibilidad de estar en un espacio como este empiece a tener una mirada más amplia de lo que es la violencia, que está por todos lados de distintas formas”, señaló Carlos. 

Como un primer acercamiento, los coordinadores comienzan a definir qué se entiende por violencia, qué diferentes tipos existen hoy en día, los modos en qué se aplica, entre otros conceptos. “Uno de los ejercicios que proponemos habitualmente es que ellos miren alrededor en los lugares donde frecuentan y puedan identificar cómo sin darnos cuenta los comportamientos habituales pueden estar cargados de violencia”, indicaron. Este trabajo, “lleva muchísimo tiempo, pero la idea nuestra y el entusiasmo es que estas personas empiecen a pensar en eso y traten de no repetirlo”. 

En general, el trabajo es enriquecedor. “Cuando conversamos los otros tipos de violencia, es sorpresivo para ellos. Entonces es genial poder ir deconstruyendo todas esas cuestiones, que les hagan ruido, pero se lo llevan y puedan ver qué está mal y qué está bien”, agregó la trabajadora social. 

 La incomodidad 
Carlos inició los encuentros con otra trabajadora social, luego los coordinó solo durante un tiempo y en febrero de este año se sumó Fernanda. “Es fundamental el que haya una mujer en la participación. Cuando estuve solo me encontré con algunos problemas a la hora de trabajar porque inevitablemente en un grupo de varones tiende a aparecer la complicidad. También hay muchas cuestiones que me parecen fundamentales que sean expuestas desde el género que padece la violencia”, señaló el psicólogo. 

 Por su parte, Fernanda aseguró que “sorprendentemente me he llevado experiencias bastante gratas. Sí están las resistencias de siempre, pero la realidad es que mi presencia muchas veces incomoda. Para mí es sumamente enriquecedor trabajar con varones y también con Carlos que él ya viene con más experiencia y va buscando darme el pie en algunas cuestiones”. 

La incomodad Carlos la describe como uno de los motores del espacio. “Hay que incomodar a los varones que vienen acá para generar cosas distintas. Si yo me sumo a hacer esto una charla de café cómoda, no sirve de nada porque no van a pensar. Lo que tiene que estar instalada es la incomodidad, que haya alguien que piensa distinto, una persona de otro género que plantee que lo que ellos dicen no debería ser así”, opinó. 

Siguiendo esa idea, Fernanda planteó que “no vamos en confrontación, pero sí buscamos que puedan empatizar con lo que nos sucede a las mujeres todos los días. Cuando planteo ciertas cuestiones que me atraviesan a mí, logran entender la dimensión de la problemática”. 

 Otra forma de pensar las cosas 
Una de las críticas que hacen los coordinadores es que en este momento hay pocas personas transitando el grupo. “No entendemos por qué habiendo tantas denuncias en la justicia, hay tan pocas derivaciones”. 

De todas maneras, muchos aspectos positivos resaltan de estos encuentros. “Cuando alguno de los participantes termina, habitualmente hacemos un último encuentro de devolución. En general nos damos cuenta de que hay algo pensado, algunos más y algunos menos”, comentaron. 

“Todos llegan con la molestia de por qué son derivados, de sentirse que están acusados de algo que no son, que todo esto es moda y demás; y cuando se van tienen otra mirada. No se van convertidos en otra persona porque no es así, pero al menos con la posibilidad de que haya otras formas de pensar las cosas”, destacaron. 

En esa línea, Fernanda opinó: “Creo que plantamos una semilla que hace un poco de ruido: la pregunta, el incógnito, que las cosas no son como ellos pensaban, que no sabían la existencia de algunas cosas. Creo que está bueno por lo menos aportar para ayudar a pensar que las cosas no deberían ser como están siendo”. 

 El grupo está abierto para que asistan espontáneamente, y quienes deseen participar pueden acercarse a la Secretaría de Desarrollo Social o a la Dirección de Mujeres, Género y Diversidad para pedir una entrevista de admisión. “Este es un lugar donde nos proponemos a ayudar, no es un lugar de sanciones. Así como hay lugares de asistencia para las personas que padecen la violencia de género, hay asistencia para estas personas que son las que la ejercen. Si no se trabajara en ellos, el problema no pararía nunca porque en realidad es trabajar con la causa y el origen de la violencia”, concluyeron.