04|08|22 12:49 hs.
El automovilismo moviliza multitudes en el Mundo, despertando pasiones en todas las latitudes; pero es una disciplina que, así como genera tanta pasión y alegrías, también contrasta con las fuertes decepciones. Protagonistas y público en general no escapan de ese vaivén de sentimientos, de estados de ánimo tan distantes.
Al tresarroyense Cristian Taraborelli le tocó vivenciar el último domingo esa dualidad no sólo emocional, sino también deportiva; porque tras la decepción de tener que abandonar en la primera final de Minicafeteras de APSE sin haber completado una vuelta, en la segunda competencia terminó sexto, tras largar último y realizar una gran labor.
“Lo que me tocó vivir a mí hoy puede ser una clara vivencia de lo que es el automovilismo; de hecho, nosotros no estábamos habilitados para largar la final por un toque en la serie que me dejó problemas en la parrilla y demás; quedamos como primer suplente, pero al bajarse un auto encontré ese lugar. Es verdad que no pude aprovechar la primera final ya que un problema en la selectora por el mismo golpe no me dejó dar ni una vuelta; pero en la restante carrera largando último tuvimos un gran andar y este sexto puesto conseguido nos permitió terminar muy bien la jornada”, destacó sonriente el piloto local.
Taraborelli tenía poco para hablar de la primera final. “Es que se nos trabó la caja y no hubo nada que hacer, sólo encaminarnos a boxes”, y allí volvieron a aparecer los fantasmas; otra vez a remarla en una situación difícil porque se había esperado tanto la carrera en el Moto Club para reaparecer con tanto sacrificio, y terminar así… “Son muchas malas suertes juntas, la mayoría de las veces pasa algo; son más que las buenas. Nuestro panorama era claro: no terminamos la primera final, así que no estamos en la segunda nos vamos, pensamos. Pero no bajamos los brazos, el equipo tuvo confianza, creyó en algo, arreglamos el problema y apareció ese lugar para largar último…”
El destino le hizo un guiño, ofreció otra oportunidad que Taraborelli afrontó “con la satisfacción de poder correr. Sabíamos que el auto tenía un buen ritmo, que andaba bien. La idea era llegar, hacer toda la carrera; por suerte lo pudimos hacer y en un sexto puesto impensado. Logramos avanzar rápido, el auto fue firme, algunos se tocaron adelante y aprovechando todo nos llevamos esta buena actuación”, valoró.
Había pasado mucho tiempo sin que Cristian viviera un fin de semana “tuerca” intenso arriba del auto. “Se me pasó todo muy rápido, venía muy entretenido pasando autos, disputando posiciones; mi última carrera había sido en noviembre del año pasado; así que sí, fueron muchos meses”, destacó con satisfacción este defensor del automovilismo romántico, donde el auto se hace a pulmón, entre la familia y amigos, propio de los Taraborelli. “Es así, a este auto lo hacemos todo, todo, nosotros; quizás por eso nos costó tanto volver. Tenemos mucha gente que nos ayuda, pero todo es ‘casero’”, graficó el piloto del ahora Mini color amarillo.
El futuro indica que hará las carreras “que podamos. No creo que tengamos mucha continuidad por una cuestión económica; pero la idea es seguir en APSE y estar en las que podamos”, admitió.
Este domingo Cristian y su gente se retiró del Moto Club, de ese autódromo que lleva el nombre de su abuelo, con una alegría, feliz. “Sin dudas; sabemos que hay que trabajar mucho en el chasis por el golpe, pero nos retiramos contentos. Esto te permite valorar más y aprovechar el momento para agradecerle a las publicidades como Jorge Rodríguez, MD Taller Multimarcas, Baterías Uzidinger, Lupo, a la familia Aristemuño, el Negro Rodríguez, Guillermo Yané que me prestó un carburador. Son muchos, si me olvido de alguno pido disculpas; pero estoy muy agradecido a todos, porque esto lo hacemos gracias a ellos”, destacó emocionado Taraborelli.