21|05|22 20:43 hs.
Cuando el nombre propio de su persona es sinónimo de una actividad, disciplina o estilo de vida, estas similitudes reflejan sus altos valores humanos o detallan la fortaleza y dedicación puesta de manifiesto para mejorar algo o darle una mejor calidad de vida al prójimo. Así, en este momento y en un rápido pero emocionado recuerdo, es como puedo definir a Antonio Francisco Bianco, quien hoy a los 74 años de vida dejó este mundo terrenal.
A Antonio lo conocí cuando la década del ’80 comenzaba a tener forma, y aunque hayan pasado 40 años, su personalidad nunca cambió; menos su amabilidad, humildad, intención de ayudar y, por sobre todas las cosas, esa sonrisa amable que nos hacía sentir cómodos y nos demostraba que desde la tranquilidad, el esfuerzo, la dedicación y la perseverancia, todo era posible.
Proveniente de una familia muy ligada al deporte y a la disciplina de los dobles y triples (basta mencionar a su hermano Raúl) su relación con el básquet nació con aquel recordado Centro Estrada, y mucho contribuyó para su crecimiento. Aunque quizás su recuerdo más cercano o directo está relacionado al básquet femenino; y es lógico, porque Antonio fue un mentor en la era moderna de esta especialidad, durante mucho tiempo pareció ser “un Quijote” luchando contra esos molinos de viento para imponerlo en su tierra natal, o un precursor para que a las chicas de su querido Tres Arroyos no les faltara la oportunidad de disfrutar de este hermoso juego, ese mismo que él amaba y por el cual pasó eternas horas en un gimnasio, siendo entrenador, colaborador, o cumpliendo la función que fuera necesaria, especialmente desde su amado Costa Sud, aunque en general de todo lo relacionado a este deporte en la ciudad.
El año pasado, en ocasión de disputarse el primer Torneo Oficial de básquet femenino, la ATB tuvo el brillante gesto de distinguirlos poniéndole su nombre. Fue un gran reconocimiento, y el mismo Antonio estuvo presente en esos juegos y en el partido inaugural, por lo que el homenaje en vida fue un bello regalo para su alma…
Pero también a Bianco lo recuerdo defendiendo al Oriverde desde el lugar que fuese, porque si faltaba un técnico, Antonio decía presente; si lo necesario era un asistente, también estaba allí. Si había que adoptar una actitud optimista, esperanzadora o tranquilizadora, él se imponía con el ejemplo.
Difícilmente alguna vez se haya podido separar de la humildad que sólo tienen los grandes, porque si bien sus conocimientos alcanzaban una altísima calidad, nunca supe que haya querido imponerla de mal modo, ni tampoco vanagloriarse por ello. Todo lo contrario, siempre intento compartir sus conocimientos, como también le inculcó a los más jóvenes el valor de crecer como personas. Por esto y por otras muchísimas cosas, mi recuerdo sobre Antonio Bianco será puro y gratificante, y su obra seguirá brillando eternamente como la luz de un faro en el infinito…