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La historia de Ariel Martinelli

Por Luciano Moran 
Ariel Martinelli nació en Buenos Aires en 1962. A sus 7 años, sus padres se trasladaron a la ciudad de Mar del Plata, donde vive actualmente. En abril de 1982 y con tan solo 19 años, fue llamado por el Ejército para ir a las Islas Malvinas. 
 Sobre los acontecimientos que lo llevaron a ser partícipe del campo de batalla y en diálogo con La Voz del Pueblo, explicó que “en aquella época la conscripción no era una cuestión que la manejábamos nosotros. El Estado, a todos los hombres, nos mandó a la ´colimba´. En un orden de 1000 por ejemplo, había 150 soldados que no iban, pero todos los demás estuvieron durante un año dentro de cualquiera de las tres fuerzas armadas. A mí me tocó el Ejército, en ese momento vivía en Mar del Plata y mi destino fue La Tablada en provincia de Buenos Aires, cerca de La Matanza”. 
Hizo la ´colimba´ y estuvo 9 meses. “El 23 de diciembre de 1981 me dan la baja y llegó finalmente el 2 de abril, cuando me enteré que el gobierno de turno había tomado las Islas. Corría Semana Santa y luego de Pascuas, llegó un telegrama a mi casa donde me informaban que me tenía que presentar en La Tablada otra vez. Así me incorporé nuevamente al Ejército”, agregó. 
Jamás pensó que iba a haber una fuerza tan desmedida, ya que en aquella época la vida era muy distinta en Argentina. “La libertad que tenemos ahora, es otro asunto. Antes nadie se cuestionaba las cosas. Llevaron a todo el pueblo argentino a una guerra. Peleamos contra uno de los ejércitos más poderosos del mundo. El 2 de abril de 1982 se tomaron las Islas. Una semana después, yo ya estaba en el lugar”, recordó.
 Fueron alrededor de 25 días de preparación, debido a que eran conscientes de que vendrían los barcos con soldados. En este sentido, explicó que “fue preparar el terreno, nuestros pozos, la artillería y todo para cuando arribaran ellos. Aunque parezca mentira, después te vas acostumbrando. Lo malo se va haciendo carne y las marcas están presentes en mi ser, en mi cuerpo y en el arraigo de uno”. 
Pese a todo lo que le tocó afrontar, pudo formar su familia. La vida le guardó el vínculo con grandes amigos y lo premió. Porque es un héroe, aunque mantiene su bajo perfil por su forma de ser. Estar presente en este combate, fue el suceso más violento que le tocó atravesar. “Acá estoy todavía, siguiendo para adelante. Recuerdo el olor a carne quemada, a muerte. Eso, gracias a Dios, no lo voy a presenciar más. Lo que nosotros deseamos es que alguna vez, todo tenga algún sentido. Algo que hoy por hoy, no lo hemos podido lograr”, reflexionó con énfasis.

Ante la cámara. Adolfo Bayúgar y Ariel Martinelli, durante una grabación realizada en la Biblioteca Nacional, en la ciudad de Buenos Aires

En su interior, siempre trató de agarrarse de lo mejor. Estar en combate le hizo ver la vida de otra manera, luego del paso del tiempo. “He aprendido cosas y he tenido muy buenas camaradas. Uno sabe valorar a mis padres, se lo que es un plato de comida, lo que es dormir en una habitación. Aunque parezca mentira, todo eso lo aprendí también en la guerra”, afirmó. 

 Por ahora no tiene planeado volver a las Islas y su deseo principal es que sean argentinas todos los días de su vida. “Están mis amigos ahí que algún día, me gustaría poder ir a verlos. Participo en actividades con grupos de ex combatientes, pero no es muy grato hablar de esto para mí. Hago un gran esfuerzo. Sabrán entender las razones”, explicó. 
 Si se pudiera volver el tiempo atrás, desearía que las cosas hayan transcurrido de otra manera. En relación a ello, Martinelli aclaró que “entiendo que ya no tengo más 20 años. La vida va cambiando y hoy pienso distinto respecto a aquellos días. Soy abuelo de tres nietos. Hoy la cosa pasa por ver de qué manera podemos recuperar eso y tiene que ser a través de la paz, de la diplomacia. El olor a muerte es terrible. Viva las Islas Malvinas y viva la patria. Siempre”. 
 Una amistad 
Luego de sobrevivir a ese episodio, el dibujante local Adolfo “Fuchi” Bayúgar tomó esa parte de su vida y le propuso contar esta vivencia en forma de historieta gráfica. Tras varias entrevistas, el libro quedó rotulado bajo el nombre de «Tortas fritas de polenta» y forjó una gran amistad entre ellos. 
En Mar del Plata, ciudad en la cual hoy está radicado, siempre se reúne con sus pares a pesar de los años. “No hay ni un solo día de mi vida en el que no piense en la guerra. Así lo siento. Fuchi sacó lo mejor de mí, por eso el mérito que yo le doy a él. En 74 días, bajé 23 kilos. Cuando agarrábamos algo, derretíamos grasa de oveja en el casco, lo metíamos allí y lo freíamos para poder comer lo que sea. Por ahí pasaban días y no comíamos nada”, indicó con una voz quebradiza.
Ambos, han tenido mucha paciencia para darle vida a este ejemplar. “Este tema por lo general, los solados lo tenemos ahí dentro de un cajón individual y se abre muy de vez en cuando. El libro le llevó dos años y fue un gran trabajo el que realizó. Son esas cosas que a veces pasan y uno no se da cuenta. Él ha plasmado a través de su profesión y de su don, mi historia al ir a la guerra. Yo solamente conté la historia, todo lo demás, lo hizo él”, concluyó Ariel Martinelli.   

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Nueva
edición

Ya se encuentra a la venta la nueva edición de “Tortas fritas de polenta”, autogestionada, que fue realizada por sus propios autores y se puede conseguir a través de Facebook: 

Está impreso en formato más grande y contiene una tarjeta de gran tamaño a modo de ilustración por esta edición especial.

 Por otra parte, en estos últimos días estuvieron presentes en Buenos Aires, ya que se hará un documental en La TV Pública que se va a emitir todo el año, en pequeños micros de 3 o 4 minutos de duración. Es una productora que está haciendo una serie de documentales sobre las Islas Malvinas, la cual optó por mostrar la historia de vida del propio Ariel Martinelli. 
 Además, asistieron a la Biblioteca Nacional donde se filmó material para el rodaje de dichas producciones referidas a Malvinas. También fueron invitados a Radio Nacional para hablar sobre el tema, en un programa de Gustavo Campana. 
El propio Bayúgar llevó y donó libros a la Biblioteca Nacional, más todos los trabajos originales completos.
 
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