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Tres Arroyos, VIERNES 29.03.2024
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Imparando a vivir en Italia

El sueño del tresarroyense Pablo Lezica de irse a vivir a Europa se cumplió en el año 2019, cuando con su esposa decidieron llevar el rumbo de su familia hacia Conegliano, una comuna ubicada en el norte de la península italiana. 

Nacido en nuestra ciudad, en donde vivió hasta pasado sus treinta años, hizo la primaria en la Escuela Número 1 y de muy chico comenzó a dedicarse al rubro de las ventas ya que por una decisión personal abandonó el secundario. 
 Comenzó vendiendo rifas y luego fue incursionando en otros negocios y para cuando tenía 17 años comenzó a viajar a diferentes partes del país en busca de un crecimiento del negocio. 
 Pasados los 30, decidió radicarse en Mar del Plata, pero nunca dejó de venir a Tres Arroyos. Hoy, viviendo en Italia, conserva sus mejores recuerdos en nuestra ciudad y en Claromecó. 
“La decisión de vivir en Italia no tiene ningún motivo de disconformidad con Argentina, aunque los últimos años hayan sido un poco menos favorables, amo mi país y considero que es más divertido. Sólo estábamos buscando un cambio de vida”, confesó Pablo en diálogo con La Voz del Pueblo. 

Pablo Lezica, viviendo una nueva aventura en Italia

Para él, “Argentina es un país con constantes posibilidades. En Italia o en la mayor parte de Europa creería, las oportunidades son mucho más escasas, por el motivo que acá está hecho todo hace más de 300 años atrás, entonces no hay lugar para la improvisación”, resaltó. 

 Pero hacía años atrás que venía con la idea de darse la oportunidad de vivir en Europa. “La decisión de Italia fue por tratar de hacer todo diverso a lo que ya habíamos vivido, inclusive aprender el idioma, que sea todo nuevo. Con mi mujer nos gusta viajar y desde acá tenemos todo muy cerca”. 
 Pablo es fanático de las motos y realiza paseos por la zona siempre que puede. También tienen Croacia a 250 kilómetros, “que tiene unos paseos y unas curvas increíbles, para ir es hermosísimo. Otro beneficio que tenes es que tenemos el Aeropuerto de Treviso a 18 kilómetros de nuestra casa, que es de donde salen la mayoría de los vuelos más baratos. Todo es accesible acá”, aseguró. 
 “Mi país” 
Cuando uno se encuentra con una cultura distinta, las ausencias se sienten. “De Argentina extraño muchísimo ciertas cosas, como la complicidad con los amigos del café, los chistes, las cosas comunes que te vas dando cuenta con el tiempo que te faltan y que aunque parezcan tonterías son importantes”, expresó Pablo. 
 Y agregó: “Yo viví 54 años en Argentina, es mi país y lo será por siempre. Acá a la mayoría que les digo que soy argentino, les encanta porque todos tienen un tío, un primo o un pariente en el país, entonces les trae muchos recuerdos. Les gusta muchísimo nuestro país”. 
 De Tres Arroyos tiene muchísimos recuerdos, “aunque hace ya más de 20 años que no vivo ahí, los últimos años estuve en Mar del Plata donde también hice amigos. Aunque parezca loco, extraño más Claromecó que Mar del Plata. Mi hermano tiene una casa y era como un lugar de encuentro de familia en los veranos, y se extraña. El lugar de uno siempre va a serlo”, recordó. 
 Desafíos 
Emigrar no es nada fácil y requiere de mucha preparación. “Cuando llegamos a Italia nos costó adaptarnos a todo. En principio el idioma. Yo más o menos un año antes de venir tomé clases en el Instituto de Italiano Dante Alighieri, y todo lo poco que aprendí acá prácticamente no me sirvió de nada, más en el norte donde vivimos que se habla un dialecto más cerrado del italiano que cuesta muchísimo entender”, confesó. 
 Además, “todo el tema de tramiteríos, que no entendíamos entonces nos mandaban de un lado a otro. Es complicado cuando no entendés el idioma, pero el desafío era ese, hacer algo totalmente distinto a lo que conocíamos”. 
 “Culturalmente esta zona es rica en todo. De hecho en donde vivimos se llama la ciudad de la cultura y el vino”, mencionó. 
 Vocación 
 Buscando unir gustos y pasiones e intentando establecerse profesionalmente, comenzó a vender vinos. “Mi negocio nació de improvisto porque obviamente teníamos que vivir de algo. Esto me gustó, le tiré por ese lado y todos los días uno va aprendiendo un poco”. 
“Es muy interesante lo de los vinos, no terminás nunca. Vas aprendiendo muchísimo todos los días. De hecho había empezado a hacer un curso de somelier que lo dejé porque no entendía nada del idioma”, contó. 
 Recordó que el primer día compró dos o tres cajas en una bodega y las vendió esa misma tarde. Por lo que al otro día, volvió a ir y “así fui conociendo otras que me convenían por más cercanía de mi casa. Hice una relación de confianza con una bodega que está a ocho minutos de mi hogar”, relató. 
 En ese sentido, sostuvo que “lo que nació como una prueba, hoy está más consolidado. Siempre uno va buscando nuevas cosas. También ayudé a una gente de Argentina, que una familia es de Tres Arroyos, a comprar un departamento en el cual yo les administro como un Airbnb. Se va alquilando de boca en boca, no está publicando en ningún lado, pero es un departamento en el centro de Conegliano que está a 300 metros de la estación de trenes”.
La venta para Pablo es su vocación. “Siempre me gustó un poco lo desconocido y el desafío de que te digan que no y tratar de convecerlos. Era una cosa divertida para mí y lo sigue siendo el día de hoy. Uno trata con un gran porcentaje de gente que primero fue un no. Pero de a poco les fui mostrando y les fue convenciendo el servicio”, manifestó. 
 En tanto, resaltó que “una cosa que tenemos los argentinos es que brindamos un servicio que los italianos no lo brindan nunca, que es de agilidad. Acá es todo muy protocolar entonces cuando de pronto alguien te pide un vino y uno se lo lleva esa misma tarde, a ellos les llama la atención y eso les gusta”.
 Un sueño 
Pablo siempre decía que cuando tuviese 60 iba a vivir un año en Europa. “Después la vida me trajo a que lo pudiese realizar un poco antes y de forma fija. Pero siempre fue una idea. Me gustaba mucho venir a Europa. Vine por primera vez a los vienti algo de años y me encantó”, indicó. 
Conoció a su esposa a los 52 años, ella tenía una nena de dos de su matrimono anterior y al poco tiempo que comenzaron a salir, quedó embarazada y nació su hijo Agustín. 
“Cuando él tenía cinco meses decidimos venir de paseo a Europa, para aprovechar que era chiquito y lo podíamos llevar en el carrito, y conocimos esto. Después tomamos la decisión y vinimos a vivir cuando él tenía un año y medio”. 
 La esposa de Pablo además tiene una hermana que vive a 18 kilómetros de dónde ellos están establecidos, hace ya muchos años. “Eso ayudó un poco a que mi esposa se sintiera un poco más acompañada, que no caía a un lugar a la nada misma. En mi caso sí es algo que todos los días es una aventura nueva, que surgen cosas”. 

Pablo junto a su esposa y su hijo Agustín, con quienes emprendió este nuevo camino

Ambos tenían buenos trabajos acá en Argentina y tuvieron que comenzar de cero en Italia. “Ella incluso hablaba menos italiano que yo porque con los chicos y por su tarea en el Ministerio de Trabajo de la Nación, estaba muy ocupada y no había tenido tiempo de estudiar. Dejamos dos trabajamos muy buenos allá, nos vinimos simplemente para vivir algo nuevo, distinto. Ella acá si fue a la escuela de italiano para extranjeros en el horario que los chicos van a clases y ahora habla bien. Aprendió más rápido que yo”, destacó Pablo. 

 Pandemia 
La familia se mudó en septiembre de 2019 y mientras esperaban que terminen de refaccionar la casa donde se establecieron, estuvieron viviendo en un Airbnb. “Cuando nos terminaron de reciclar la casa para enero, ya nos instalamos. En marzo cayó la pandemia, que fue fuertisima acá porque estuvimos hasta el primero de mayo literalmente encerrados. No andaba absolutamente un alma por la calle. Yo iba al supermercado y en el trayecto paraba la policía”, contó sobre cómo vivieron la pandemia. 
“Fueron dos meses que nosotros estábamos recién llegados. Después continuó y de hecho hoy en día es una situación muy compleja y complicada por el tema pandémico y por la cantidad de contagios que ha habido en estos dos últimos meses. Para la actividad mía es completamente difícil porque yo vendo a bares, trattorías, restaurantes, la mayoría están trabajando con menos gente y otros han cerrado. Está también el tema del Green Pass”, manifestó. 
Pero además de la pandemia, también se encuentran sufriendo otras situaciones. “Algo que no se ha visto en los útlimos años de acá es que por el conflicto de Rusia con Turquía y demás, el sistema energético, tanto la luz como el gas, ha aumentado muchísimo y los bares que pagaban dos mil de luz, hoy pagan cuatro mil y no se lo pueden bancar”, aseguró. 
 ¿Vuelta? 
Establecerse en Europa ha sido un sueño hecho realidad para toda la familia. Además, ya todos se encuentran desarrollándose profesionalmente y van por muchos proyectos más. 
 Sobre una posible vuelta a nuestro país, Pablo manifestó que “a mí me gustaría volver, a mi señora no. Ella está muy muy contenta acá y somos una familia. No ahora igualmente, eso sí lo tengo muy claro, de que quiero que mis hijos crezcan y se eduquen acá”, indicó. “Es increíble la vida y las vueltas que da, uno no sabe qué pasará. Yo nunca había pensado en tener un hijo y sin embargo llegó. Pero a mí me gustaría morir en Argentina”, concluyó.   
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