En un día especial para la localidad que lo supo acobijar, expresó a este diario que “amo este lugar profundamente, me encantó desde el primer día que vine. Antes desde mi casa, veía todo el mar. Ahora hay muchas construcciones y está todo edificado. Las cosas han cambiado mucho, pero la belleza de este lugar no se modificará jamás”.

Tiene su casa propia y está a cinco cuadras de la playa. “Disfruto mucho del lugar y del paisaje natural. A Claromecó lo veo bastante bien, ya que ha crecido mucho. Es impresionante la cantidad de gente que viene. Es un lugar ideal para descansar. Mi saludo cordial en estos 101 años de vida”, agregó. 

A lo largo de su vida ha trabajado de todo. En la cosecha de trigo, de papas y hasta llegó a vender sándwiches en Mar del Plata. También hizo cosas de carpintería y de herrería, donde supo tener su propio taller de estampado de hierro.

La cultura por el trabajo la tuvo siempre bien arraigada desde muy chico. En el año 1975, eligió Claromecó como lugar para vivir. Y no se arrepiente por ello, todo lo contrario. 

A la par, y ya de grande, siguió trabajando de lo que le tocara. Nunca se quejó por eso. “Me gustaba más cuando no había tanta edificación, pero me pude acostumbrar a los tiempos modernos (risas). Siempre me gustó Claromecó, no lo puedo negar. Me da felicidad, al igual que la pesca y toda actividad ligada con el mar. He sabido pescar corvinas negras, tiburones y varias piezas de gran porte. Siempre fui un apasionado por el trabajo y supe salir adelante como pude”, finalizó con emoción Simón Reino.