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El protagonista de esta historia se llama Pedro Montero. Nacido el 19 de mayo de 1961 en Tandil, se desempeña como transportista y es propietario de dos camiones. Se considera un tresarroyense más porque vive aquí desde muy chico. Su familia está compuesta por su señora y sus cuatro hijos, uno juega en Colegiales, y tres, son mujeres. Tiene cuatro nietos y una bisnieta. Y una noticia, que no se esperaba, lo sorprendió para bien.
La novedad pasa por el hecho de que fue convocado para formar parte del seleccionado nacional de fútbol Senior, por lo que compartirá equipo con grandes figuras del fútbol argentino. Además, es conocido por ser nombrado en una canción de Diego Márquez “El Zorro de Cascallares”, el famoso caballo emblemático de esa localidad que el propio Montero supo montar en algún momento de su vida. Y de lo cual, nunca se olvida.
Vino a Tres Arroyos desde Tandil porque su padre estaba de encargado en un campo de la ciudad. Tenía 10 años cuando pisó nuestra ciudad por primera vez en su vida. Pudo hacer sus raíces acá y nunca más se fue de un lugar que ama. Su padre falleció y tiene con vida a su madre, de 80 años de edad. Son tres hermanos, y él es el mayor. Su vida siempre estuvo ligada a la actividad en el campo.
En diálogo con La Voz del Pueblo y conmovido todavía por la reciente noticia recibida, explicó que “a los quince años yo empecé a montar en las domas, en las jineteadas. En la segunda jineteada que asistí por aquel entonces, pude acceder a la final, pero mi padre no me dejó montar porque en esa instancia son más bravos los caballos. Desde ahí, me encapriché (risas) y no monté más. Me dediqué a jugar al fútbol, en el club El Nacional”.

Con la pelota. Hizo mucho esfuerzo para jugar al fútbol. La vida lo recompensó
Hacía cuatro viajes en bicicleta para ir a entrenar, ya que en ese tiempo los padres no prestaban el vehículo a sus hijos para andar. “Me bajaba a las 18 horas del tractor e iba en bicicleta a entrenar. Hacía veinte, sí veinte kilómetros para ir a entrenar a El Nacional. Así estuve hasta los 18 años, que me fui al servicio militar (le tocó ir a Azul). Tenía de director técnico a García Blanco, un señor con todas las letras”, recordó con emoción.
Una vez que pudo sobrepasar la exigencia del servicio militar, continuó trabajando en el campo para luego, dedicarse a la pasión irremediable por la redonda. De esta manera, indicó que “empecé con la jineteada pero igualmente jugaba en la Liga Comercial, con el equipo de Transportes Pericolo. El fútbol siempre me gustó. Cuando no podía ir a una jinetada, me iba a ver fútbol. El partido que sea. Mi característica principal es que soy, como se decía antes, un wing izquierdo. Zurdo neto y rápido. Un buen 11 (risas)”.
Continuó con la jineteada hasta los 35 años. “En 1994, arranqué a jugar al pato con un equipo de Tres Arroyos, Fortín Gaucho. Fuimos campeones en Campo de Mayo, en Buenos Aires. Luego de un tiempo, me vine del campo y empecé a manejar un camión. Pero siempre jugando al fútbol, algo que nunca quise dejar. Juego en la Liga de Veteranos para Lubricento Acuario; me reparto el fin de semana”, subrayó.
Lo impensado
Recientemente, fue convocado para integrar el seleccionado nacional de fútbol Senior. En base a ello, consideró que “tengo una alegría enorme. Todavía no lo puedo creer. Estaba en cancha de Huracán, porque juego para Colegiales, y Matías Rossi me llamó para comunicarme que tenía una sorpresa para mí. Me dio la noticia que voy a participar representando a Huracán. Me quedé mudo, helado. Todavía no caigo, estoy medio en el aire”.
En estos días quedaron en llamarlo para ultimar algunos detalles, antes de su viaje para incorporarse al plantel. “Me tocará jugar en la provincia de San Luis, el 11 de diciembre. Compartiré equipo con el flaco Vivaldo, Calderón, Mario Marcelo y varias figuras más. Soy el representante de la ciudad de Tres Arroyos y a mis 60 años, es todo una sorpresa y una alegría enorme para mí -reiteró-. Mi familia está feliz y siempre me apoyó”.

En la década del ´90 comenzó a jugar al pato
El esfuerzo dio sus frutos Cuando le tocó debutar con El Nacional (hace muchos años atrás), recordó que tenía que viajar a Orense. “El colectivo salía a las 12 horas, llegué 11.55, en bicicleta. Me subí y debuté haciendo dos goles. Todo es con sacrificio y trabajo, no hay otra manera. Por otra parte, hace tres años me hicieron un homenaje en el Campo de Domas El Palenque y el palenque número dos, tiene una placa con mi nombre. Inolvidable todo”, señaló.
No se arrepiente de nada en la vida que eligió. Siempre le gustaron toda clase de deportes y hacerlos de la mejor manera posible, es decir, si jugaba al pato, le gustaba tener a sus caballos bien variados y presentados, estando bien físicamente. En este sentido, comentó que “el fútbol es otra de mis pasiones. Como comenté, hacía 20 kilómetros en bicicleta para ir a entrenar. Volvía al campo a las doce de la noche. Al otro día, a las 4 de la mañana arriba para trabajar. Lo hacía con un gusto terrible”.

La jineteada, otra de sus pasiones. La foto muestra cuando montó el emblemático caballo El Zorro de Cascallares
Un caballo único Como si todo esto fuera poco, tiene una experiencia relevante con el emblemático caballo El Zorro de Micaela Cascallares. En una canción es identificado por ser uno de los pocos que lo pudo montar. “En 1985 el club Independiente de Tres Arroyos hizo una jineteada y me convocaron para poder subir. Eso es otra alegría inmensa que tengo bien guardada. El que juega al fútbol, quiere jugar en Buenos Aires y el que jinetea, siempre quiere subir al caballo más malo. Tuve la suerte de poder subirme y aguanté tres saltos. Fue una alegría enorme sin lugar a dudas”, admitió con énfasis.
Eso fue posible porque se hizo una fiesta grande en Tandil (en La Pastora). Fue convocado y ganó. Sacó el primer premio y le vieron la pasta, no había otra. Aquí, Montero añadió que “fue tremendo ese caballo. Una experiencia maravillosa para mí. Es lindo escuchar esas cosas y son recuerdos imborrables que a uno le quedan de por vida. Doy gracias de poder compartirlo con mis seres queridos”.
Por último, agradeció a toda su familia por el apoyo incondicional y a Matías Rossi que se acordó de él. “Me dio una sorpresa hermosa y estoy con mucha ilusión. Gracias a mis compañeros de fútbol que están presentes y al diario por darme esta posibilidad de contar un poco mi historia de vida. Tandil es una ciudad maravillosa, pero Tres Arroyos también lo es. No me iría nunca de este lugar en el que me radiqué”, finalizó conmovido. Y todavía, le queda mucho por jugar.