Por María Ramona Maciel
Diecinueve largos meses y catorce días de aislamiento han pasado, hasta que pudimos informar que hay 0 (cero) casos de Covid en Tres Arroyos.
Nuevamente la sala que albergó y aisló a los enfermos de este extraño virus, está libre y los médicos, enfermeras y auxiliares respiran tranquilos, están mas relajados; sintiendo que han cumplido con su deber porque le pusieron el cuerpo y el alma a la situación.
Lamentablemente, las vacunas tardaron en llegar y mucha gente quedó en el camino, las familias sin poder despedir sus seres queridos y con el dolor y la angustia flotando en el aire todos los días que transcurrió el proceso de la pandemia.
Lamentablemente, las vacunas tardaron en llegar y mucha gente quedó en el camino, las familias sin poder despedir sus seres queridos y con el dolor y la angustia flotando en el aire todos los días que transcurrió el proceso de la pandemia.
Fueron días aciagos. Algunos, los más afortunados, lograron vencer la enfermedad y recuperarse, y otros ya vacunados pasamos el contagio casi de forma asintomática, más leve, aunque no menos preocupante por las consecuencias casi desconocidas. Y no menos impactante cuando recibís el resultado: positivo.
Hace poco más de dos meses, cuando el Diario cumplió años, entre las notas que hicimos, siempre volvíamos a una pregunta recurrente: ¿que fue lo más difícil que te tocó enfrentar en estos 9 años al frente de la empresa? Sin lugar a dudas fue la pandemia.
Ha sido un antes y un después, no sólo en la vida de una empresa sino en la vida nuestra de cada día.
Ha sido un antes y un después, no sólo en la vida de una empresa sino en la vida nuestra de cada día.
Ninguna crisis económica, política, institucional o laboral se le parece o puede compararse. Esto que nos tocó vivir es sobre la vida y la salud, y hasta que no nos pasa no nos damos cuenta el lugar que ocupa el bienestar; no hay otra cosa que nos importe más que seguir viviendo, porque es nuestra condición humana por excelencia y nuestro instinto de supervivencia, que sea como sea, queremos seguir vivos.
No me aventuraría a decir que la pandemia está “terminada”, por eso así como en su momento alenté la vacunación, hoy no descartemos seguir con los protocolos. Creo que la pandemia está “controlada” y de nosotros depende que se termine.
De nosotros depende que los negocios recuperen ventas y movimiento de gente, que los chicos continúen teniendo clases sin interrupciones y que la vida vuelva a parecerse a lo que era antes de ese fatídico 20 de marzo de 2020, cuando una desconocida y lejana enfermedad detuvo nuestras vidas, sin entender qué nos pasaba.
En el día a día, dejamos de lado el beso y el abrazo, tan necesario para los afectos; dejamos de ver a nuestros seres queridos mayores para cuidarlos del contagio y quedamos encerrados en nuestras propias casas, mirándonos perplejos ante lo desconocido y atravesados por el temor y la frialdad de la muerte acechándonos, más cerca que nunca.
Por favor, no olvidemos.