31|10|21 12:36 hs.
La investigación por el crimen de Agustín Bustos (17) y Agustín Rodríguez (16) estuvo orientada durante casi un año a demostrar que habían sido víctimas de un homicidio intencional y violento. La forma en que sus cuerpos quedaron después del acontecimiento que terminó con sus vidas había generado estupor en la población, que crecía en la medida en que las pruebas no aparecían, después del trágico suceso del 9 de enero de 2017, cuando se apagó la vida del primero de ellos.
Producto de las heridas meses después, el 16 de agosto, fallecería el más chico.
Ese fue el contexto en el que un vecino de la comunidad apareció como sospechoso, y en el que una movilización de vecinos incendió su propiedad por un airado pedido de justicia.
Ese acto violento y de inconsciencia entre quienes pedían que se esclarezca la muerte de los chicos, creció al amparo de un silencio cómplice que con el correr del tiempo iba a caer por su propio peso, de acuerdo al fallo al que llegó la justicia de Azul.
Es que en medio de una investigación que no encontraba su rumbo, el trabajo realizado entre el Gabinete de Casos Especiales de Policía Científica, la fiscal Laura Margaretic y Gendarmería, desecharía finalmente la posibilidad de un crimen violento; para redireccionarlo hacia la muerte en el contexto de un accidente.
“Esa hipótesis surge a raíz de que se remite la causa al Gabinete de Casos Especiales de la Policía Científica y hacen un análisis de toda la causa. Incluso vuelven a mirar las lesiones de las víctimas, de las operaciones de autopsia, y ahí sugieren que en realidad sería un accidente de tránsito particular porque habría intervenido algún elemento de las características que señalaba el medico autopsiante, es decir un fierro trefilado”, contó la fiscal Margaretic a La Voz del Pueblo, quien desde ese momento comenzó a trabajar con Gendarmería en otra línea de investigación.
A partir de allí comenzaron a ser mirados con otros ojos, los dos hombres que llamaron en la madrugada –a las fuerzas de seguridad- para denunciar la aparición de dos cuerpos en la ruta.
“Ellos fueron los que auxiliaron y los que hicieron el llamado de auxilio. La autopsia determinó que (los Agustines) habían sido golpeados con unos fierros y se inclinó por la hipótesis dolosa. Ellos nunca dijeron que tenían fierros, dijeron que los habían encontrado al costado de la ruta. Con lo cual inicialmente para nosotros eran testigos y nunca sospechamos de ellos”, indicó la investigadora.
La prueba
Para los investigadores era tiempo entonces de dar con el automóvil que había intervenido en el accidente. Para ello la investigación se concentró en calcular los horarios de llegada. “Mirar las cámaras de los campos cercanos, así detectamos que no había pasado otro camión”, apuntó.
Sólo había una cámara a unos 500 metros del lugar del hallazgo de los cuerpos, que captaba movimientos. “Tenía un censor que se activaba cuando había movimientos y con esa cámara comprobamos que desde las dos y media de la madrugada que se ve pasar un auto –hasta que se ve pasar el camión- a las 4:50, no había pasado otro camión”, explicó.
Desde la investigación notaron otro dato. “Analizamos que la mancha hemática no estaba, la que estaba en el asfalto no había sido arrollada por el camión, fuimos uniendo indicios y finalmente concluimos que en realidad fueron ellos los que los atropellaron”.

La fiscal Laura Margaretic durante el juicio (El Tiempo)
Describió Margaretic que “ahí surgió que llevaban una carga, que era esa estructura, una viga colgando que sobresalía un metro y que impactó en la cara de uno de ellos”.
Consideró que “fue lo que confundió toda la escena inicialmente porque esa marca que tenía en la cara fue lo que hizo descartar de inicio el (homicidio) culposo e inclinar al médico autopsiante a un doloso”.
Como consecuencia continuaron por revisar la carga hasta finalmente encontrar la viga que trasladaban. “La encontramos enterrada en un campo, la secuestramos, tomamos una muestra y cuando fuimos a hacer el cotejo con las lesiones de las víctimas encajaba justo. Así se construye toda la prueba”, remarcó.
La viga
Entiende la fiscal que “la sentencia dice esto mismo, sobre el análisis de los indicios ellos serían los autores”. Y observó que la carga transportaban en el camión fue la que impactó en los adolescentes. “Generó la proyección y el golpe en el asfalto que finalmente les provocó las lesiones que luego produjeron la muerte”, aseguró.
De todas maneras había que dar con la prueba que demostrara que ese día el camión transportaba un elemento que contribuyó a que se produjera el incidente fatal. “En la cámara de seguridad no se ve la viga, pero si la pudimos encontrar en una foto repasando todas las fotografías de ese día en las fotos que había sacado un policía por las suyas”, confió la fiscal.
Agregó que “se ve que del camión sale esa viga. Cuando vemos que sobresalió de ahí, que no la habían declarado y nosotros no la habíamos tenido en cuenta, nos pusimos a buscarla”.
El fallo
Respecto al fallo y las penas aplicadas por el juez Héctor Torrens, dijo estar “muy conforme. Para nosotros fue como concluir una investigación que sabemos que comenzó bastante complicada y luego se fue encausando y pudimos culminar con el veredicto condenatorio”.
El contratista rural de 33 años de edad, Guillermo Jesús Alzugaray Vila, fue declarado autor del delito de homicidio culposo doblemente agravado por la pluralidad de víctimas mortales -dos personas- y por la conducción imprudente y antirreglamentaria de un vehículo automotor. Torrens le aplicó una pena de 4 años y seis meses de prisión, más 10 años de inhabilitación para conducir vehículos automotores.
En su caso la pena máxima era de cinco años; una reforma impuesta por la justicia días después del fatal accidente le hubieran valido un máximo de seis.
En el caso del bombero voluntario y empleado de la construcción, Mariano Fiorentino, de 29 años de edad, fue condenado a tres años de prisión de ejecución condicional por el delito de encubrimiento. Resulta ser la pena máxima para este delito.
En el fallo Torrens sostuvo que Alzugaray Vila “conducía el camión Ford, modelo F 7000, dominio colocado WVB-355, por la Ruta Provincial 86 en dirección desde Benito Juárez hacia Laprida transportando en la caja volcadora -de manera antirreglamentaria- una armadura compuesta por cuatro barras de hierro aletado separados entre sí, y sostenidas por estribos rectangulares de hierro de menor diámetro, cuyos hierros que la componen son tres de 6 Mm de espesor y uno de 8 Mm, la cual no estaba debidamente sujeta y sobresalía en más de un metro desde la parte superior de la caja".