La Ciudad

Por Fernando Catalano

El recuerdo para un pescador ‘de primera’

11|10|21 12:39 hs.

Todavía no se había cruzado con su apodo cuando, de chiquito, Marcelo Segovia tenía atravesada su vida por la pesca. Salía caminando desde su casa por calle Alvear al 500 hacia la escuela y antes de llegar dejaba una línea con corcho, encarnada y atada a un palo que clavaba con sus manos en el arroyo del medio. De vuelta, a la salida del colegio, levantaba algún bagre que se llevaba a la casa donde llegaba siempre todo embarrado; y a veces cuando se quedaba un rato demás se escuchaban los gritos de Helvecia, su madre, que lo llamaba para que vuelva. 


El arroyo, el barro, la laguna, el río, las lisas, el mar, la arena, el fruto de largas jornadas al aire libre lo acompañaron toda su vida. Fue así hasta en las últimas horas antes de irse de pesca para siempre. No sólo pescaba, sino que además se ganaba unos pesos fileteando, hasta en horas de la madrugada, los pescados que muchos clientes le llevaban; y a veces esas largas noches le dejaban poco descanso porque la actividad –especialmente los fines de semana- lo llamaba para arrancar bien temprano. 



En cada salida, que él mismo organizada durante la semana, se encargaba de disfrutarlas con su compañera, Alicia Rodríguez, y una de sus hijas, Melisa ‘la Pupy’, dos muy buenas pescadoras. Pero también se sumaban sus amigos de toda la vida, muchos de ellos de toda la vida. 

Un fin de semana con un grupo, al siguiente con otro. Siempre se las arreglaba para tenerlos a todos cerca para compartir horas de felicidad. Son esas que pasan mientras estás acompañado por los que querés y haciendo lo que te gusta. “Que vida de mierda”, decía entre risas e irónicamente -a veces- mientras hacía el asado clásico de cada programa de Pasión por la Pesca a metros de la lengua del agua –del mar, la laguna o el río- ablandando un poco más el momento y despertando las risas para que todo siga siendo un disfrute, todo ‘de primera’. 

 La zurda 
Falucho, Bagrero, Chueco, fueron algunos de sus apodos hasta que le llegó aquel con el que todos lo conocimos, El Burry. Resulta que a pesar del mito que algunos alimentaron, en realidad el apodo tuvo que ver con su zurda. Jugó en Villa del Parque, y en su paso por el equipo de la V Azulada se lo conoció por la buena pegada a la pelota, sobre todo potente. “Le pegaba como una burra”, contó uno de sus amigos. Ahhh, fue la reacción de varios que escucharon la misma anécdota, mientras se les caían otras teorías por el sobrenombre ya legendario. Pero otros sonrieron asintiendo con el origen de uno de los alias más famosos del ámbito de la pesca tresarroyense. 



 Repentino 
Lo cierto es que su partida de este mundo, tan repentina, inesperada como dolorosa, despertó el asombro y la tristeza de muchas personas de la ciudad. Incluso por fuera del ambiente de la pesca no faltó quien lo lamentara, pensara en su familia y hasta en el ‘Califa’, su amigo y compañero del programa de pesca que –gracias a las plafaformas digitales y redes, como YouTube, es conocido y esperado en distintos lugares del país, incluso desde otros como Uruguay, Chile, México, Estados Unidos, España y Australia. 

El viernes de la semana en que falleció, el programa de radio que desde hace años está al aire en FM Zeus, no se emitió; y por la pantalla de Celta TV, se levantó la emisión del mismo 28. Pero el martes reciente se emitió la que resultó ser su última participación pescando en Reta, en la zona del Campamento de Ambrosius, junto a Pablo Baquedano y Alejandro Ozcariz. Ese programa contiene el fruto de una exitosa jornada de pesca en el mar, la del sábado 25 de octubre, y en días podrá verse en YouTube. 


Siempre con el sombrerito, y fiel a los colores del barrio. Era común verlo a Marcelo Segovia con la camiseta de su club, Villa del Parque


 “Lo veo sentado ahí” 
Fue muy duro para los amigos que volvieron a la pesca, regresar a hacerlo sin él. Otros todavía no lo hicieron. A Omar Barraza lo llevaron para que lo recuerde en el lugar donde su amigo era feliz, y por eso aceptó ir al río Quequén donde junto al Burry tantas veces iniciaron la temporada de las lisas, u ‘ojonas’ como ellos las nombran. 

Es un lugar donde nunca fue sin que lo acompañen Alicia, Pablo Baquedano, el Pela Di Luca, Fernando Juárez, el Ruso Uzidinger, Alejandro Ozcariz, Pocho Di Croce, el ‘Flaco’ Salomé, el mismo Califa, y tantos otros. 

“Lo veo sentado ahí”, comentó Omar con los ojos enrojecidos que sueltan algunas lágrimas y apucherean su rostro. Pero no es al único que todavía le parece verlo en su lugar de pesca preferido, una imagen que además los buenos recuerdos permitieron fijar para siempre. 



Ahí no es otro lugar que el Gualeguay, un árbol grande a la vera del río que se encuentra del lado de Copetonas y donde el Burry caminaba hasta unos cincuenta minutos, a pesar de su chuequera, para llegar a disfrutar de una de las pescas que más disfrutaba, a veces sentado en su banquito sobre un playón de piedras.

 Será por eso mismo, y por tantas razones más, que su familia decidió días después de su fallecimiento arrojar sus cenizas en ese mismo lugar, en un evento muy íntimo. 

Omar contó además que allí ocurrió algo especial. “Más bendición que casualidad; no tenía muchas ganas de ir al rio”, dijo. Pero el Pela Di Luca y el Pocho Di Croce lo convencieron para pescar en el lugar preferido de Burry. 

 “Me senté donde se sentaba él, a buscar las lisas fuimos. Podés creer que me picó a mí solo…al Pocho y al Pela no les tocaron las líneas; era una bendición. Estaría él ahí, saqué siete, demasiado para lo que hay ahora. ‘No puede ser’, decía Pocho, está él con vos”, confió Omar. 

 El linyera 
Burry Segovia también será recordado por las anécdotas que muchos de sus amigos comparten entre carcajadas. 

En cierta oportunidad, con el programa y algunos integrantes de su barra pudieron ingresar a una laguna privada con la invitación de sus dueños, en la zona de la ría de San Blas. 

Mientras disfrutaban de un almuerzo típico de Pasión por la Pesca, junto a algunos de los anfitriones y después de haber logrado unas cuantas capturas de pejerreyes de muy buen porte, pudieron ver cómo un hombre con características particulares se acercaba a ellos. 

“Usaba alpargatas con los dedos afuera, y traía los pelos duros como muñeca pobre”, dijo Califa que con otros detalles más terminó describiendo al hombre como un ‘linyera’. 

Una vez entre ellos, el ‘croto’ dijo “bueno, voy a comer pescado”; y como respuesta inmediata el Burry sentado desde un banco le respondió; “si querés pescado agarrá la caña”. 

Entonces uno de los anfitriones saludó al ‘vagabundo’ y dijo “los pescados son todos del él, cómo le va…”, aclarando que se trataba del dueño de la laguna, una persona que a pesar de tener seis mil hectáreas no se preocupa por su apariencia. Todos estallaron en risas. 


En los comienzos de Pasión por la Pesca. Omar ‘Califa’ Calafate sosteniendo la cámara; junto al Burry que sostenía un chucho recién capturado


En otra ocasión lograron tener acceso a una famosa laguna privada. Fallecido su dueño, la familia les abrió las puertas por única vez para pasar un día en el que organizaron una competencia para el club para el que pescaban por entonces. 

En horas del mediodía los –alrededor de- 60 pescadores que participaron de la jornada, compartían un asado. Fue entonces que llegó al lugar un integrante de la familia en una camioneta, y de ella bajó un perro ‘policía’. 

 Amigos del Burry recuerdan que el can ‘estaba enloquecido buscando a quien morder primero’, mientras el propietario les pedía que “no se muevan, que no hace nada”. 

Fue así que durante unos segundos los pescadores quedaron ‘duros’ pendientes que el perro no tuviera un arrebato y los atacara; pero de manera sorpresiva la mascota se refugió en el Burry, a quien ‘conocía’ –explicó después- por haber ingresado alguna que otra vez al espejo de agua sin permiso. Esa anécdota también generó que en esa oportunidad, como cada vez que la recuerdan, exploten las carcajadas; porque además el dueño del lugar en la entrada lo saludó a ‘Segovia’, diciéndole…. ‘yo a usted lo conozco’. 

 Nudo en la garganta 
Entre risas y lágrimas han pasado los primeros duros días sin el amigo al que le reconocen la capacidad para convocar y organizar jornadas inolvidables de pesca. 

“Generoso, bonachón y solidario”, son adjetivos que utilizan de manera frecuente para describirlo.

Les enseñó a pescar lisas, por ejemplo, pero especialmente valoran que los mantenía unidos los fines de semana con un nuevo plan para salir de pesca, una y otra vez. El organizaba todo, ‘no dejaba a nadie afuera” y para eso si era necesario los metía en la caja de la camioneta. 

“No tenía problemas con nadie”, dijeron para resaltar otra condición humana de Marcelo Segovia, que por ejemplo no permitía que sus amigos pierdan una línea si se les quedaba enganchada entre las piedras del río y se metía en el agua –hasta en invierno- para recuperársela. 

 Así como uno de sus amigos tuvo la positiva e inquietante experiencia de pescar en el playón de piedras del Gualeguay, donde se esparcieron sus cenizas, es de esperar que allí la pesca sea próspera o al menos sorprenda a quienes pasen por el lugar a buscar el pique de las ‘ojonas’; o simplemente pueda encontrar un lugar donde sentirse cómodo, como acompañado de la gente que uno quiere.