14|09|21 09:53 hs.
Por Luciano Moran
La Voz del Pueblo llegó hoy a sus 119 años de vida, de manera tal que el diario de la ciudad cuenta con una amplia trayectoria que tuvo inicio a comienzos del siglo pasado.
El aniversario expresa el camino recorrido, que desde el 14 de septiembre de 1902 le dio vida a cada tresarroyense. Es una jornada de celebración y una ocasión que sirve para agradecer a quienes hicieron que esa ardua tarea, sea posible.
Claro que resulta prácticamente imposible pensar la llegada de los periódicos a los hogares de la comunidad local, sin el accionar de los reconocidos canillitas, quienes desde el inicio han respaldado, y lo siguen haciendo, al diario de Tres Arroyos. Con el trabajo silencioso pero siempre eficaz, han logrado dejar su marca y huella, y hoy, es un día en el que vale la pena recordarlo.
Carlos Mario Lobos, más comúnmente llamado como “el lobito”, nació el 9 de enero de 1960, y actualmente con 61 años, sigue desempeñando tareas como canillita de La Voz del Pueblo.
En diálogo con este diario, dejó sus reflexiones respecto a esta jornada tan especial para los que integran el equipo de trabajo y de colaboradores.
Asimismo, sostuvo que “con esta actividad arranqué hace 36 años. En marzo del año que viene, se cumplirán 37 años que desempeño esa labor que tanto amo. Entré porque mi padre, en su momento, me había dicho que había un señor que precisaba alguien para repartir diarios. Tan simple como eso. Vine a hablar con él, que necesitaba una mano y ahí comencé como repartidor”.
Con emoción, agregó que “así fueron mis inicios y guardo los mejores recuerdos. Era un trabajo, ya que en ese entonces estaba desempleado. Significaba una ayuda para mí y la tomé, sin dudarlo. En esa época íbamos a calle Chacabuco a retirar los diarios. Son muchos años dentro de esta empresa y uno lo valora mucho”.
Apoyo familiar
Estuvo casado y luego de unos años, se separó. Tiene un hijo de 41 años. En este sentido, recordó que “mi familia siempre me apoyó y me bancó en mi trabajo. Eso debo reconocerlo. Tuve una época que estuve trabajando junto con mi hijo. Yo era patrón de él, como quien dice. Había agarrado tantos diarios para repartir, que entonces lo puse a él para que me ayude a hacer esta tarea”.
También supo desempeñar labores en un taller mecánico al que asistió con el fin de ayudar a un amigo. Estuvo cinco años. “Todos me decían que me tenía que quedar con el empleo en el diario. La seguí peleando siempre día a día. Dejé el taller, y seguí con el diario. Y no me arrepiento de nada. Andaba temprano siempre en la calle. Nunca me acostaba. Me iba a los lugares en donde estaban levantados o trabajando a tomar mate y a dejar los periódicos. Así seguí. El diario, nunca lo dejé porque me gusta. Siempre traté de ayudar y aportar desde mi lado”, subrayó Lobos.
Guarda una gran relación afectiva con todos los que trabajan en la firma. De esta manera, explicó que “me llevo muy bien con todo el mundo. No tengo drama con nadie. Siempre con el respeto de por medio. Con Picha (D’annunzio) nos criamos juntos. Tengo los mejores recuerdos. Él se crio a tres cuadras de casa. Soy muy conocido de su familia. He vivido todos estos años con mucho placer”.
Su idea es jubilarse en el lugar que siempre lo tuvo presente. Está a cuatro años de poder lograrlo. “Si el diario me aguanta cuatro años más, será posible (risas). Hoy hay pocos canillitas. En aquella época, cuando yo daba mis primeros pasos, éramos 104. Si, 104. El patio, no sabes lo que era. Recuerdo las épocas en la que salía el bingo acá; uno solo tiraba 250 diarios. Era una enormidad. Yo toda mi vida trabajé en la industria metalúrgica, también trabajé en el frigorífico y en el taller mecánico. Pero el diario, es el diario”, reconoció.
Contacto permanente
Los canillitas han hecho mucho por el diario, y muchas veces, son el contacto directo con la gente. En base a ello, indicó que “esa relación es importante y se ve que ha perdurado con el paso del tiempo. Muchos de ellos, la pelearon con nada. Eran otras épocas. También tienen sus anécdotas, como por ejemplo cuando andaban en calles de tierra. Tití, quien también es canillita, siempre cuenta que había quintas y se paraban en una esquina y salían los vecinos a comprar todos los diarios que llevábamos. Era increíble”.
Su empleo fue su sustento para poder vivir, por lo que es agradecido en ese aspecto. “Nunca quise dejar mi trabajo en este diario. Me gusta. La tarea de canillita, el hecho de salir y estar en contacto directo con la gente a mí me encanta, me fascina. El andar en la calle es increíble. Siempre trabajé de canillita y lo seguiré haciendo. A la par, tengo algún otro trabajo y busco ir para adelante. Se viven tiempos difíciles y complejos”, reflexionó.
Si volviera a nacer, elegiría la misma actividad. El ser canillita es un camino que eligió para toda su vida. Pese a ello, aclaró que “muchos me preguntan por el levantarme tan temprano todos los días. El reloj a las 3 de la mañana, suena. A veces, lo paras antes porque ya estas despierto. Nunca me acosté temprano. Estoy contento con la vida que llevo. No me arrepiento de nada. Con el diario soy feliz, en el sentido de que paso todo el tiempo por acá y tengo excelente relación con todos”.
Por último, hizo hincapié en que ha forjado varias amistades con clientes del diario. A muchos de ellos, les continúa llevando todos los días un ejemplar y es una linda relación que ha crecido con el paso del tiempo. “Me conocen todos por el famoso apodo ‘el lobito’ y uno agradece el cariño brindado durante tanto tiempo. Un saludo cordial para todo el equipo que integra el diario La Voz del Pueblo y que tengan un gran aniversario en su día. Simplemente, tengo palabras de agradecimiento por todo lo que han hecho por mí”, finalizó Carlos Mario Lobos.