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El futbolista que fue a la guerra

Luis jugaba a la pelota, tenía 17 años, entrenaba con la primera de Los Andes, había salido a la cancha como suplente de esa categoría cuando le tocó el servicio militar. Un sábado de abril de 1982 jugó en la Tercera, en cancha de Independiente contra San Lorenzo y dos días después lo embarcaban para Malvinas. 

Luis entró a la colimba en 1981 y en marzo del año siguiente obtuvo la baja. A partir de ese momento volvió a los entrenamientos como de costumbre. Sin embargo la historia lo sacaría de la cancha por mucho tiempo. 
Luis Escobedo fue parte de la “Compañía de Comunicaciones 10”, en Palermo. Mientras estaba enrolado consiguió algunos permisos para salir a entrenar y hasta pudo jugar. Tuvo algunos jefes reacios a dar ese tipo de autorizaciones, pero como pudo Luis siguió siendo un jugador de fútbol. Hasta que todo cambió. 
Era sábado, San Lorenzo enfrentaba a Los Andes en cancha de Independiente. Luis jugaba en la Tercera del club que lo vio nacer como deportista. Al término del partido, lee en los diarios que estaban incorporando a los soldados que tenían la baja. Llamó a su Compañía y el cabo que era su jefe se lo confirmó. “Me dijo que solo quedaba yo y que fuera porque si no me iban a ir a buscar”.
Ese 9 de abril de 1982 se presentó con tanta urgencia que no logró avisarle a su familia. Las comunicaciones no eran como las actuales, Luis no recordaba ningún teléfono del barrio, así que a todo el que conocía le pedía que pasara por su casa y avisara que estaba nuevamente enrolado.
Al martes siguiente los llevaron a El Palomar y de ahí a Río Gallegos. El 14 de abril les informaron que a las 23 horas de ese día saldrían para Puerto Argentino. Una hora después pisaron suelo malvinense. 
“Al principio creíamos que era una excursión, que pasábamos unos días y volvíamos, quién iba a pensar lo que sucedería. Cuando abrieron la puerta del avión era lluvia, frío, viento terrible. Al costado de la pista de aterrizaje armamos las carpas en medio del barro y del agua, así nos recibió Malvinas. Al día siguiente amaneció con un sol espléndido, pero la isla ya era hostil”. 
La Compañía de Comunicaciones 10 se ocupaba de las líneas telefónicas, de tirar los cables en Puerto Argentino. La misión que tenía era la de mantener la comunicación.
“Eran kilómetros de rollos de cable que teníamos que unir desde un teléfono a una central. Para eso cruzamos ríos, charcos de agua, caminamos muchísimo”.


La fuerza del futbol 
El fútbol le brindó ciertas ventajas que lo ayudaron a sobrevivir. “Soporté bastante el frio, pude pasar por no tener comida cotidianamente, me ayudó en ese sentido”. 
Sin embargo, Luis no tomó conciencia de lo que había pasado hasta que regresó a Malvinas en 2012. Ese momento fue muy fuerte porque pudo dimensionar, no sólo el peligro en el que había estado, sino las condiciones en la que los soldados tuvieron que luchar por su Patria. “Sólo cuando volví me di cuenta de lo difícil que fue sobrevivir a la intemperie, al frío, a la lluvia”. 

Celebrando con dos compañeros en Los Andes, el club que lo vio dar sus primeros pasos

La decisión de volver tardó en hacerse realidad. Luis tenía temor de lo que pudiera ocurrir si revivía aquellos acontecimientos dolorosos. “Estaban viajando los veteranos, tenía ganas de ir, pero no confianza de lo que me pudiera pasar”. 
Lo convenció un compañero que quiso regresar al lugar donde había sido estaqueado durante la guerra. “Fue traumático porque vi la realidad de los lugares por donde estuve. ¡No podía creer que hubiéramos aguantado tanto! Aquello que me parecía lejano en la guerra, estaba muy cercano y me di cuenta que todo sucedió ahí. ¡No podía creer que las cosas hayan pasado tan cerca! No me había dado cuenta de las distancias donde se combatió o en las condiciones en las que estuvimos”. 
Malvinas 
La Compañía de Luis llegó el 15 de abril, pocos días después de la declaración de guerra. El día de la rendición, el 14 de junio, estaban en la primera línea para enfrentar a los ingleses en la entrada a Puerto Argentino. “A partir de ese día quedamos prisioneros. Hasta el 15 de junio estuvimos en unos galpones en el puerto de la ciudad y después en un campo de concentración, por así llamarlo, en el costado del aeropuerto, sin agua o algo para comer, éramos cientos de soldados”. 
La suya no era una Compañía muy numerosa, hubo varios heridos y la baja de un compañero. “Ninguno tuvo conciencia de lo que pasó, fue en el 2012, al regresar, que pensé en las situaciones de bombardeos o en la cercanía con la muerte. Estuve más de 70 días en ese clima con poca comida, viviendo en un pozo. Ahora soy agradecido a Dios por haber vuelto y haberme reinsertado en el futbol. Así pude seguir adelante en tiempos en los que el tema Malvinas no le interesaba a ningún político”. 


El regreso
Los años que siguieron a su regreso de Malvinas fueron de silencio. No hablaba del tema con su familia, ni en el trabajo o con sus amigos. De a poco comenzó a conectarse con otros que habían pasado por su experiencia por ser parte del Programa de Veteranos de Ioma. Tiempo después lo comenzaron a llamar de los canales de TV para que cuente su historia o de las Escuelas de Periodismo, querían hablar con “el futbolista que fue a la guerra”.
“Resultaba insólito que un jugador que haya estado en la guerra estuviera en Primera durante dieciocho años después de Malvinas”. 
Volver a la cancha
“Cuando volví no quise jugar al fútbol, quería trabajar para sacar a mis viejos de su casa que cada vez que llovía se inundaba. Así que quería mejorar la situación de ellos y conseguí trabajo en Obras Sanitarias”.
Aunque Luis no volvió a hablar de Malvinas nunca más por muchos años y tampoco quería volver a la cancha, la pasión lo pudo y de alguna manera lo salvó. “Mi viejo, después de unos meses de que volví de la isla, me llevó a ver la segunda rueda de San Lorenzo-Los Andes en cancha de Vélez. Fue en ese momento que renacieron mis ganas. Esa semana fui a ver un entrenamiento al club al que no había vuelto desde la guerra. Empecé a entrenar y decidí no presentarme al trabajo y encarar la vida profesional del fútbol. En dos semanas estaba jugando en Primera”.
Luis siguió ligado profesionalmente al fútbol hasta el 2000; pasó por diez clubes argentinos y uno chileno: vistió las camisetas del Mil Rayitas, Temperley, Tigre, Dock Sud, Vélez, Belgrano, Colón y hasta se dio el lujo de jugar en Santiago Wanderers de Chile. Actualmente juega para el equipo Senior del Gasolero y la Selección Argentina de mayores de 50 años.

En su vuelta al fútbol, Escobedo vistió distintas camisetas, entre ellas la de Vélez Sarsfield

“Estuve por abandonar el fútbol, pero luego me ayudó muchísimo en esos primeros años después de Malvinas. Tuve momentos en los que me tildaba o estaba muy ido, pero con el fútbol lo fui sobrellevando”. 
Actualmente está a cargo de la Delegación Social IOMA de Lomas de Zamora en la que trabaja desde el año 2000, primero a cargo del Programa de Veteranos de Guerra y luego como delegado. 
“Siempre digo que lo que pasé en la guerra me sirvió para el fútbol, como por ejemplo, a tener calma, saber que hay cosas peores, que perder no es un drama. Los que pasamos una guerra con miserias humanas, los ex combatientes, podemos explicar, nadie va a saber lo que pasamos en una guerra como nosotros”. 
Sus palabras se apoyan en otros conceptos que fundamenta, “los argentinos somos muy exitistas, perder un partido o un descenso se vuelve algo terrible por el fanatismo que es muy grande. Necesitamos salir del resentimiento, especialmente las cabezas políticas”. 
Luis piensa que la experiencia dolorosamente vivida tiene que servir de algo, y en esta relación del fútbol y la guerra que lo tuvo como protagonista puede señalar algunos aprendizajes, valiosos para estas generaciones y las que vendrán. “El día que tomen consciencia y quieran saber qué pasó en Malvinas se recompondrá nuestra conducta como argentinos o como futboleros, por ejemplo, no defenestrar al que salió segundo o cuando se pierde. Somos la historia viviente y es necesario contar lo que verdaderamente pasó para poder estar unidos y ser argentinos sin peleas”. 
Luis Escobedo es el ex futbolista veterano de la guerra de Malvinas. Es la historia viva de lo que ocurrió, de los dolores y las luchas con y sin armas. Los momentos difíciles lo fortalecieron, le dieron perspectiva y templanza. El deporte sana, enseña y cura. La pelota sigue rodando.
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