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Las historias de cinco mujeres que denunciaron abusos en el seno del poder político de Tucumán

Desde que se conoció la acusación en contra de José Alperovich por el delito de abuso sexual agravado, salieron a la luz otras denuncias por violencia, abuso y acoso sexual contra funcionarios del poder político y judicial de la provincia. Al igual que el exgobernador y suspendido senador del Frente de Todos, estos hombres del poder se mantienen en sus cargos y tienen fueros que los protegen de tener que ir en persona a declarar ante la Justicia. Sus presuntas víctimas no tienen nada: están solas, sin trabajo y bajo tratamiento psiquiátrico. Sienten que por más que se animaron a realizar la denuncia, la justicia marcha a un paso lento y cómplice.

Por primera vez, cinco de las siete mujeres que fueron a los Tribunales a denunciar los abusos que sufrieron, hablaron con TN.com.ar y contaron en primera persona el calvario que viven en una provincia donde la justicia no actúa, las instituciones no las protegen y donde todo parece estar detenido en el tiempo. Un tiempo donde la impunidad goza de muy buena salud.
Robo de identidad y abuso sexual en plena legislatura: “Me tiró contra el escritorio y me violó”
Lupe le dicen, pero su nombre es María Jimena Ávila. Tiene 26 años, dos hijas y un pasado de violencia de género que la dejó en una situación de extrema vulnerabilidad. En el año 2019 su ex pareja le tiró una bomba, explotó una garrafa y sufrió quemaduras muy graves. Se salvó de milagro, pero la persecución siguió y el ahogo financiero fue perjudicial. 
 Fue en ese contexto cuando se acercó a Fuerza Republicana, el partido que fundó el represor y exgobernador de Tucumán, Antonio Domingo Bussi. Pidió trabajo, pidió ayuda. Nunca imaginó lo caro que iba a costarle la dádiva recibida. Le gestionaron una Asignación Universal por Hijo (AUH) y le ofrecieron hacer algunas changas para el partido. 
 Con el tiempo Lupe descubrió que le habían robado su identidad utilizando su nombre para una cuenta bancaria donde se habían depositado 600 mil pesos. ¿La usaron de testaferro? ¿Buscaron robar plata del partido? Es un tema que aun investiga la justicia, pero Lupe lo denunció de inmediato. 
 La pobreza no quita la dignidad y este es un claro ejemplo. La joven fue al banco, desconoció ese dinero y exigió a los punteros políticos una explicación por la triangulación financiera y la utilización de un documento falso copia del suyo original.

Me violó en la legislatura», relató Lupe. Ricardo Bussi fue denunciado por abuso sexual en Tucumán. (Foto: Télam)

Así fue como conoció al líder del partido y actual legislador provincial Ricardo Bussi. En marzo de 2020, Lupe fue a la Legislatura en un intento de aclarar la situación. Bussi la recibió en su despacho a última hora del día, cuando ya no quedaba nadie en el edificio. 

 ”Primero me ofreció dinero y después me insinuó que tenía que tener relaciones con él para solucionar el tema”, cuenta Lupe. “Le dije que no iba a acceder a su pedido pero se me vino encima, me tiró sobre su escritorio y me violó”, recordó. La mujer jamás imaginó que la audiencia con el legislador iba a terminar en una pesadilla que cambiaría para siempre su vida. 
 Lupe habla agitada y con los puños cerrados. Tiembla cada vez que relata los detalles de aquel encuentro. Tiene miedo. Está sola y vive amenazada. Su pedido de justicia es un grito silencioso ahogado en un desierto de impunidad donde la justicia y los funcionarios públicos parecen ser cómplices, por acción o por omisión. Si el acusado sigue con fueros y ni siquiera pidió licencia en su cargo, si no se atiende a la victima, si no se aplica la ley Micaela, si se pisa una causa judicial para que no avance. ¿Qué confianza puede tener Lupe en que se hará justicia?

“El intendente me empezó a pegar a los cuatro días de haber parido a su hijo”

Ingid Saravia comenzó a sentir que su vida corría peligro cuando quedó embarazada en 2018. Hasta ese momento su relación con el actual intendente de la ciudad de Las Talitas, Carlos Najar, era de una convivencia nerviosa pero sin situaciones de violencia física. La tensión se hacía presente cada vez que Ingrid le pedía traer a casa a sus dos hijos de un matrimonio anterior. 
 Najar se negaba rotundamente, la quería a ella pero no a su pasado. Nunca aceptó que los chicos durmieran algún día con su madre. Ella se resignó a verlos a escondidas o en los momentos que su marido no la necesitara en alguna tarea del partido. 
 Cuando nació la beba, hace tres años, Ingrid entendió que sus días podían terminar con su cara desfigurada y, en el peor de los casos, con sus hijos sin su mamá. Cuenta que “cuatro días después del parto yo estaba muy dolorida por la cesárea. Esa noche la beba no paraba de llorar y los puntos me impedían levantarme para calmarla. Le pedí a Najar que por favor me la trajera así le daba el pecho. La respuesta fue muy clara: una trompada en medio de la cara y una catarata de insultos porque no lo dejaba dormir. A partir de ese hecho de violencia comenzó una convivencia que cada vez se volvía mas insoportable. Nunca aceptó a mis hijos y los trataba de “negritos de m….”. Me hacía sentir que mi opinión no contaba y que yo era inferior. Todo fue una pesadilla , mas aún cuando la violencia verbal paso a ser física”. 
 El límite al infierno de Ingrid fue hace apenas tres meses. Exactamente el 24 de marzo de este año. Esa fecha no solo fue el Día de la Memoria para todo un país que sufrió y padeció el terrorismo de Estado. También fue el día de la memoria para Ingrid. Ella también sufrió y padeció. Fue el día que dijo basta y se animó a denunciar a su pareja, el intendente de Las Talitas y hombre fuerte del peronismo provincial, por el delito de violencia de género. 
 ”Hacia unos días nos habíamos contagiado de covid y él había estado internado, cuenta la mujer. El 23 de marzo le dieron el alta y volvió a casa. Un día después discutimos nuevamente porque yo no podía estar con mis hijos. Cansada de tanto insulto me animé a decirle que si seguía negándose a aceptarlos lo iba a dejar”, recordó.

El intendente Carlos Najar fue denunciado en la Justicia por violencia de género contra su esposa. (Foto: Twitter / @CarlosNajarInt)

Lo demás es una historia llena de golpes y sangre. Ingrid estaba atravesando todos los síntomas del covid y tenía serios problemas respiratorios. Eso no impidió, según su relato, que en medio de la discusión Najar la tomara del cuello y le impidiera respirar. “Estoy hablando ahora de milagro, creí que me mataba allí, asfixiándome delante de mi beba”, contó Ingrid. 

 La mujer dice que Najar salió del trance cuando la vio violeta por la falta de aire .”Se dio cuenta que estaba al borde de matarme, me dejó tirada en el suelo y empezó a hacer las valijas para irse de la casa. Yo aun no podía respirar y aprovechó para empujarme afuera, dejando en la galería al intemperie y separada de mi beba que no paraba de llorar sentadita en el suelo del living donde me había ahorcado”. 
 “Najar cerró todo con llave, la puerta de entrada y todas las habitaciones. Se subió al auto y se fue. Quedé en medio de la nada mirando por una ventana como lloraba mi hija. En ese momento decidí que iba a hacer la denuncia sin importarme las consecuencias”, cuenta la mujer de 37 años. 
 “Logré romper un vidrio, alzar a mi bebé y corrí hacia la comisaria a denunciarlo. Luego fui al hospital para que los forenses dejaran asentado en un documento los golpes que me había dado”, explicó.
Acoso sexual y amenazas en plena Corte Suprema: “Me dijo que si no teníamos sexo no iba a tener el ascenso”
Elvira de la Mercedes Mayol trabaja hace más de 10 años en el palacio de Justicia que alberga a los vocales de la Corte Suprema de la provincia de Tucumán. Es una empleada judicial que conoce muy bien todos los caminos administrativos posibles en ese edificio, pues su tarea la llevó durante todo ese tiempo a convivir de cerca con quienes son las máximas autoridades judiciales en esa provincia. 
 Mercedes, casada hace más de 20 años y con tres hijos, estaba a la espera de la confirmación de un ascenso que le correspondía por su antigüedad. Se dio cuenta que este reconocimiento venía siendo demorado y decidió averiguar el porqué.
Como lo hizo durante toda su vida tomó el toro por las astas e indagó sobre lo estaba sucediendo con su expediente. Este contenía la resolución del ascenso que naturalmente le correspondía desde hace varios años atrás. 
 Alguien le indicó que dicho expediente estaba demorado en el despacho del vocal decano de la Corte, Antonio Daniel Estofán. Pidió una audiencia para tener celeridad en el trámite y, según relató, este la invitó a “tener sexo para resolver el paso administrativo”.

«Me dijo que si no tenía sexo con él no había ascenso». El juez de la Corte de Tucumán, Antonio Estofán fue denunciado por una empleada de su juzgado. (Foto: Gentileza Radio del Bicentenario)

Cada vez que Mercedes relata lo que le sucedió en ese despacho del edificio del palacio de justicia, sus ojos se llenan de lágrimas y su voz se entrecorta, pero continúa a paso firme cómo el primer día en el que decidió denunciar al vocal decano. 

 “Me invitó a salir. Me dijo que si teníamos sexo se me iban todas las complicaciones en el Poder Judicial”, recordó. Mercedes. Mayol rechazó la propuesta indecente y denunció lo ocurrido entre agosto y septiembre de 2019. Lo hizo ante la Corte por la vía administrativa correspondiente señaló a TN.com.ar que a partir de ese momento, sufrió acoso laboral. “Se me han cerrado todas las puertas, Se hizo imposible seguir ahí, pedí trabajar en otra área”, sostuvo entre lágrimas. 
 Mercedes con sus 50 años tomó el camino que correspondía ya en septiembre de 2020 para denunciar lo sucedido ante la Oficina de Violencia Doméstica de la Corte Suprema pero, según cuenta, increíblemente decidieron no tomarle la denuncia. “Me dijeron que no correspondía. Así de desamparadas estamos todas las mujeres en el Poder Judicial que está minado de este tipo de corrupción”, afirmó. 
 Con más de una década en los pasillos de tribunales, Mercedes asegura que lo que le pasó a ella es moneda corriente y muchas mujeres terminan con cargos a cambio de su dignidad, presas del constante acoso a la que son sometidas. “Estoy segura de que ya lo hizo antes. He recibido un mensaje de una persona que me dijo que no tuvo el valor en su momento. Se que hay otras como yo dando vueltas y he visto salir a mujeres llorando del despacho, ya con cargo, pero con la dignidad pisoteada”, señaló Mercedes. 
 La denuncia que presentó Elvira de las Mercedes Mayol por “acoso sexual y otras graves inconductas” fue presentada en la Corte Suprema el 24 de septiembre del 2020 y se sustenta en la “Convención de Belem Do Para” y la Ley Nacional 26.485 de Protección integral para prevenir, sancionar y erradicar la Violencia contra las Mujeres. 
 Si bien la Corte Suprema tucumana no dio curso a la denuncia administrativa que presentó Mayol, ella señala que los vocales que decidieron archivar la misma nunca tuvieron en cuenta que anteriormente estaba presentada la querella criminal en contra de Estofán que hoy está en plena investigación 
 Romina Dip:” Me golpeaba en el cuerpo para no dejarme marcas en la cara”
Romina Dip tiene 36 años y es farmacéutica desde el 2015 cuando concluyó sus estudios y logró inaugurar su propia farmacia. Por entonces había conocido a Bruno Gabriel Romano, de 37. Los primeros contactos fueron en el gimnasio donde ella entrenaba y él practicaba boxeo. 
 A medida que pasaba el tiempo decidieron vivir juntos y según cuenta ella los maltratos comenzaron cuando quedó embarazada. Sin embargo hay un hecho que sucedió en marzo del 2018 y que fue el detonante para que Romina se animara a denunciarlo ante la justicia. 
 “Ese día me golpeó cuando ya había nacido mi hijita y tenía ocho meses. Yo la tenía en brazos cuando el me agredió, pero yo ya venía sufriendo violencia desde que éramos novios. No me animaba a denunciarlo. Por miedo y por las influencias políticas que él tenía en ese momento”, recordó Romina. 
 Romano se presentó en las elecciones del 2019 por la lista oficialista y logró llegar a ser concejal en la ciudad de Alberdi, localidad a unos 90 km de la capital de Tucumán, a pesar de que Romina lo impugnó y la causa estaba en plena investigación. Hoy recuerda con evidente temor el tormento a la que dice haber sido sometida. 
 “El es boxeador y tiene una gran ventaja física. Me golpeaba, me agarraba del cuello, me tiraba del pelo, me pateaba en el estómago, he tenido hematomas en la cadera, en los brazos y siempre se cuidaba de no dejarme marcas en mi cara. Pero ese 19 de marzo del 2018 me quebré y llamé a mi familia primero para contarles lo que me estaba pasando. Después me animé y lo denuncié, contó Romina. 
 Con la custodia de su hija de cuatro años y su trabajo en la farmacia con la que logra mantenerse día a día, Romina sostiene que “denunciarlo a Romano fue una larga lucha en tribunales porque mi causa había quedado en un remanente del código penal viejo. Al ser íntimo amigo del poder y por su condición política, siempre usó sus contactos a tal punto que cuando nosotros llegamos al juicio el juez Saracho Daza lo absolvió por el beneficio de la duda”. 
 “Sin embargo el tiene una causa todavía en curso porque violó la perimetral que la justicia le había impuesto en noviembre de 2019 cuando me amenazó frente a tribunales. Cuando radiqué la denuncia el no era concejal, se postuló sabiendo que estaba procesado. Fui a la junta electoral a poner esto en conocimiento, porque tampoco me pasaba los alimentos para mi hija”, agregó la denunciante. 
 Completó el relato: “Deciden bajarlo porque certifican que aunque no estaba en el padrón de padres deudores, yo tenía todos los papeles para demostrarlo. Pero el presentó un amparo y permitieron que se presente en las elecciones, salió electo y no pudo asumir hasta no resolver la situación. Y de un día para el otro la justicia decidió que podía asumir y todo quedó en nada. Siendo concejal durante el 2020 el cursó todo el juicio con un total descaro e impunidad”, finalizó Romina.
Erica Juárez, acoso sexual y persecución del defensor general de la provincia
Erica Juárez es una mujer atractiva por donde se la mire. Rubia de rostro anguloso, ojos verdes, deportista y buena profesional. Su título de contadora le permitió entrar al Poder Judicial para administrar presupuestos de organismos con mucha demanda como el Ministerio Público Popular de la Defensa, algo así como la Defensoría General de la provincia de Tucumán. 
 Logró formar un equipo de trabajo tan sólido que el defensor general de la Provincia, Washington Navarro Dávila, la designó como su mano derecha en todo lo vinculado a la logística de sus gastos en el organismo. Erica jamás pensó que sus buenos atributos se iban a convertir en su condena: “el acoso comenzó en mayo de 2020″, cuenta nerviosa apretando las manos. 
 “Empezó a insinuarme que conmigo quería una cierta intimidad que fuera más allá de la relación laboral. Me decía que yo le hacía acordar a una actriz de una serie muy conocida con la que soñaba a diario. Se empeñaba por darme a entender que era un buen amante”, recuerda Erica. 
 Agregó luego para explicar la violenta relación: “Pasaban cosas insólitas, como por ejemplo subir la calefacción al máximo cuando llegaba abrigada para que me saque la ropa y me quede con la remera o camisa. Ya todos estaban al tanto de la situación y comenzó a naturalizarse cierto acoso de los jefes para con sus empleadas. Así y todo se generó un clima de mucho rechazo. Traté de evitar las indirectas hasta que pasado un tiempo el acoso fue cada vez más grosero: me dio a entender que si yo no accedía a tener intimidad con el, me iba a echar a mi junto con todo mi equipo”. 
 “Mis compañeros sabían de la situación y cada día de trabajo se convirtió en un calvario para todos. Cuando me negué a tener relaciones sexuales sabía que mi suerte ya estaba echada. Busqué ayuda en el Ministerio de la Defensa y lo mas doloroso es que nunca nadie me apoyó”, agregó Erica.

Washington Navarro Dávila fue denunciado por acoso sexual. (Foto: Gentileza La Gaceta de Tucumán)

El final era una crónica anunciada: Erica quedó en la calle de un día para otro, sin trabajo, sin ingresos y sin nadie que la contenga. Así y todo decidió ir a la justicia y hacer la denuncia por su hijo, para que el día de mañana esté orgulloso que su madre pudo decir basta. 

 “Tuve tanto tanto miedo que finalmente me envalentoné. Presenté la denuncia con documentación y testigos. Navarro Dávila no tiene cara para decir que es mentira, pero se ampara en sus fueros y sus contactos políticos. Lo único que espero es que le saquen los fueros, que sea condenado y destituido. No es justo que el siga en su cargo como si nada y yo en la calle sin trabajo”, concluye la contadora. 
 Erika está sola con un hijo en una provincia que parece no escuchar este tipo de denuncias. Perdió su sustento laboral y también muchos amigos. Hace mas de un año que está con tratamiento psiquiátrico. Así cuenta su historia.

Otros casos, otros silencios 
En total son siete las denuncias que avanzan lentamente en la justicia tucumana. Pero muchos más son los casos que se conocen y que aún no fueron presentados en los Tribunales. Vox populi hay al menos quince.
Tienen pánico, están amenazadas, necesitan trabajar para vivir y alimentar a sus hijos. Muchas están solas y son sostén de hogar. La impotencia y el miedo las une. No saben a quién recurrir, pero de a poco sienten que llegó la hora de poner un límite a tanto abuso e impunidad. 
 El caso Alperovich sin duda fue una bisagra. Desde que el país entero conoció los abusos sexuales que describió su asesora y sobrina, cada vez más mujeres se animaron a hablar. Lo paradójico es que ninguna de estas mujeres confía en los organismos oficiales. Sienten que tanto la ley Micaela como la oficina de violencia de género de la provincia son sólo una “fachada” de una política de estado que no aplica en Tucumán.. 
 Alejandra del Castillo y Milagros Mariona integran el colectivo Ni una Menos de la provincia. Cuentan que desde que se conoció el caso de Thelma Fardin y luego el de la sobrina de Alperovich, las mujeres comenzaron a contar lo que callaron y silenciaron durante años .Comenzó a generarse un movimiento de mujeres que cada vez más ocupan las calles con sus consignas contra de los femicidios y los abusos de una cultura machista. 
 Tucumán parece detenida en el tiempo en ciertos aspectos culturales donde los hombres tienen la voz y el lugar de mando, pero sus mujeres no. Para ellas llegó la hora de decir basta. Basta de femicidios, violencia, abusos y amenazas. El árbol ya no tapa al bosque. El Jardin de la República pareciera que entró en una etapa de poda y fumigación irreversible. Los gritos del silencio comenzaron a ser cada vez mas ruidosos y Tucumán, por fin, comienza a respirar aire puro. El aire de la justicia.
Fuente: Todo Noticias 
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