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A 205 años de una decisión histórica

Por el profesor Javier Costa (*)


La declaración de la Independencia de las Provincias Unidas del Río de la Plata, ocurrida el 9 de Julio de 1816 en la ciudad de San Miguel de Tucumán, constituye junto con la Revolución del 25 de Mayo, dos de los hechos más relevantes y fundacionales que dieron origen a nuestra Patria. Para comprender mejor cómo se llegó a esta compleja decisión, es preciso recordar qué sucedía por esos años en el Río de la Plata y en Europa.
La historia comienza el 25 de Mayo de 1810 cuando un grupo de porteños resolvió desplazar de su cargo al entonces virrey Baltasar Hidalgo de Cisneros, para crear en su lugar la 1º Junta de Gobierno que asumió el poder “en nombre del rey Fernando VII”, quien estaba prisionero de Napoleón Bonaparte, el emperador francés que había invadido España en 1808 e instalado en el trono a su hermano José Bonaparte, algo que fue visto como una usurpación por los diversos integrantes de los sectores dirigentes latinoamericanos. 
Desde esa fecha, los criollos porteños comenzaron la difícil tarea de aprender a gobernarse por sí mismos por lo que puede decirse que “ensayaron” diversas formas de gobierno, pasando por algunas de carácter colegiado es decir, formados por varias personas: 1° Junta, la Junta Grande y el 1° y 2° Triunvirato, hasta que finalmente concentraron la toma de decisiones en el Directorio, forma de gobierno unipersonal que comenzó a funcionar en 1814 y se mantuvo hasta 1820. 
Hacia 1816, la situación en el Río de la Plata era difícil: a los dilemas y debates sobre el rumbo que debía seguir la Revolución, se sumaba el antagonismo con otras ciudades del antiguo virreinato que se negaban a reconocer la autoridad central ejercida desde Buenos Aires. Esto hizo que se produjeran numerosos enfrentamientos armados entre 1810 y 1816, mediante los que el gobierno porteño intentó forzar la obediencia de esas ciudades (algunas devenidas hoy en provincias) con el objetivo de establecer la unión nacional. En dichos enfrentamientos las figuras de Manuel Belgrano, Juan José Castelli y José Gervasio Artigas entre otros, tuvieron un destacado protagonismo, no sólo por sus hazañas en el campo de batalla, sino también porque (fundamentalmente Artigas) aportaron ideas que fueron las semillas del posterior carácter republicano, representativo y federal con que se constituyó nuestro país en 1853. 

Los revolucionarios rioplatenses entendieron que se corría el riesgo de perder todo lo conseguido hasta el momento. Tomaron una gran decisión, en un contexto de muchas dificultades

En medio de este panorama, la situación se agravó más todavía cuando en 1815, Napoleón Bonaparte fue derrotado definitivamente por la séptima coalición de países absolutistas. Así, Fernando VII pudo recuperar su trono en España y prepararse para exigir la devolución de sus dominios coloniales en América, entre ellos las Provincias Unidas del Río de la Plata. 
En este contexto de grandes problemas, los revolucionarios rioplatenses, tomaron una gran decisión: convocaron a un Congreso en Tucumán, con representantes de varias provincias, a fin de terminar con esa situación “gris” que implicaba estar bajo la amenaza de los ejércitos realistas y porque se corría el riesgo de perder todo lo conseguido hasta el momento. 
El congreso fue presidido por Francisco Narciso Laprida, y sesionó en la casa propiedad de Francisca Bazán de Laguna (hoy conocida como “la Casa de Tucumán”, que fue declarada Monumento Histórico Nacional en 1941). Allí, se redactó el Acta mediante el cual “los representantes de las Provincias Unidas en Sud América, reunidos en congreso general, invocando al Eterno que preside el universo, en nombre y por la autoridad de los pueblos que representamos… declaramos solemnemente a la faz de la tierra, que es voluntad unánime e indubitable de estas Provincias romper los violentos vínculos que los ligaban a los reyes de España, recuperar los derechos de que fueron despojados, e investirse del alto carácter de una nación libre e independiente del rey Fernando séptimo, sus sucesores y metrópoli.” 
Días más tarde, el 19 de julio, en sesión secreta, el diputado Medrano hizo aprobar una modificación a la fórmula del juramento. Donde decía “independiente del rey Fernando VII, sus sucesores y metrópoli”, se añadió: «…y toda otra dominación extranjera”. 
Esta declaración que dio nacimiento a nuestro país, fue el principio de otra serie de luchas que hubo de librarse para defender la independencia. Luchas en las que las figuras de José de San Martín y Simón Bolívar, adquirieron particular relevancia porque lograron vencer en sucesivas campañas, a los ejércitos realistas hasta
que en el año 1824 en la Batalla de Ayacucho, las últimas fuerzas de Fernando VII, fueron expulsadas de Sudamérica quedando finalmente asegurado el proceso independentista. 
Sin duda, aquellos fueron días difíciles, de grandes tensiones, angustias y temores, pero por sobre todo primó en aquellos hombres el valor de decidir con firmeza y sostener esa decisión con la responsabilidad, y el compromiso por legar un país libre y soberano a las próximas generaciones. 
Hoy, al conmemorarse 205 años de aquella histórica Declaración, es importante recordar y valorar el coraje y la determinación de aquellos hombres de Tucumán que supieron tomar decisiones difíciles en un contexto no menos difícil, y proclamar en el tiempo y junto con ellos: “¡¡Feliz Día de la Independencia!!”. 

 (*) El autor nació en Indio Rico y reside desde 1997 en Tres Arroyos. Estudió Profesorado en Historia en el Instituto Superior de Formación Docente 167 de nuestra ciudad  

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