18|04|21 09:00 hs.
A pocas semanas de cumplirse
un año de su puesta en
funcionamiento, Huerta
Comunitaria Tres Arroyos tiene un
motivo extra para festejar el primer
aniversario de vida. La construcción
de un invernadero, el gran objetivo
planteado para este 2021, ya
se está empezando a concretar y
con un agregado que potencia y
multiplica los beneficios que se
generan desde la plantación del
CIC de Olimpo: los alumnos de la
Escuela Técnica serán los responsables
del trabajo. La pata educativa
del proyecto se pone en marcha.
Pese a la complejidad que impuso
la pandemia durante 2020 y
en los meses que se llevan transcurridos
de este año, la huerta
gestada a partir de un proyecto
de un grupo de alumnos de la
Escuela Secundaria N° 1 allá por
2019 sigue avanzando a paso firme.
Además de ya estar asentada
y de estar proveyendo en forma
periódica de verduras y hortalizas
a Puentes de la Infancia y a los
jardines Frutillitas, en estos días
está tomando forma la incorporación
del invernadero para poder
producir más y lograr abastecer
a más comedores. “Se han concretado
dos reuniones en lo que
va del año para darle forma a la
participación de la Escuela Técnica,
porque sus alumnos serán los
encargados de la construcción del
invernadero, y de ese modo poder
incluir la educación al programa
de la huerta”, explica Juan Pablo
Tappertti, el docente con quien los
alumnos de 6to 4ta de la Escuela
Secundaria N°1 de la promoción
2019 elaboraron el proyecto.
Sumar a la Escuela Técnica tiene
varios beneficios para ambas partes.
Por un lado está el armado
de la estructura del invernadero
y por otro está el trabajo que los
alumnos pueden llevar adelante
con lo producido en su taller de
alimentos. “Por eso es tan interesante
que se sume la Técnica para
que ellos puedan desarrollar sus
proyectos de investigación, son
muchas las cosas que se pueden
hacer en conjunto y lograr una interacción
beneficiosa para todos”,
se entusiasma Tappertti.
Todos para uno
“La idea es que cada uno de los
que estamos involucrados en este
proyecto aportemos un poco para
poder lograr el invernadero, que
nos permitiría tener una mayor
producción, sobre todo en otoño
invierno”, indica la ingeniera
Natalia Carrasco, integrante de
la Chacra Experimental Integrada
Barrow y referente del programa
ProHuerta del INTA.
Un invernadero demanda la
utilización de una gran cantidad
y variedad de materiales, y conseguirlos
y gestionarlos sin presupuesto
es una tarea compleja.
Así y todo, los participantes de
la huerta se las arreglaron para
lograr juntar todos los insumos necesarios.
“Hablamos de alambres,
clavos, bisagras, maderas, maderas
gruesas, nylon. Son muchas cosas y
cada gestión al ser algo institucional
lleva mucho tiempo”, cuenta
Natalia.
Pero con paciencia se ha logrado
que el municipio, el ministerio
de Desarrollo Agrario provincial
y algún particular aportaran casi
todos los materiales. En este punto,
Natalia destaca el papel que
cumple en el proyecto el productor
hortícola Miguel Ottaviano,
el papa de Florencia una de las ex
alumnas mentora de la idea. “El
nos donó la madera más gruesa
y como sabe mucho, está siempre
ayudándonos. Lo tenemos como
padrino del proyecto”, dice la
ingeniera.

Una de las últimas entregas de verduras al Fruti
Con los materiales ya acopiados,
ahora es el turno que los alumnos
de la Escuela Técnica comiencen su
tarea. “La idea es que a partir del
plano que nosotros le demos ellos
hagan los cálculos y el armado del
invernadero. En su taller de carpintería
y herrería acondicionarían
los materiales y prepararlos para la
estructura”, agrega Natalia. Toda
esa tarea los chicos la harían en las
instalaciones de su escuela para
respetar los protocolos sanitarios
de la pandemia.
En la actualidad, en el CIC de
Olimpo está la huerta al aire libre
que mide unos siete metros de ancho
por 20 de largo. La intención
es en breve anexarle el invernadero,
que sería también de siete
metros de ancho por 15 de largo.
“Será un complemento de la huerta,
para poder hacer plantines,
empezar antes con las variedades
de primavera - verano, entre otras
cosas”, cuenta Carrasco.
Expansión
Si bien el norte del proyecto
está definido desde el inicio y es
muy ambicioso, la pandemia no
ha dejado que se abriera demasiado
el abanico. “El objetivo es ir
avanzando y poder replicar estas
huertas en otros barrios y también
en las casas de los vecinos, que
sea un incentivo para las huertas
familiares. La idea es que esta
huerta sea un faro, que sirva para
formar voluntarios e incentivar a
que muchos se animen a cultivar”,
dice Juan Pablo.
“Buscamos, además, que haya
una interacción con educación,
que vengan las escuelas a ver
cómo se trabaja, que sea una
huerta abierta a la comunidad en
donde nosotros podamos hacer
capacitaciones, intercambio de
semillas y de saberes. Y sobre
todo de generar lo que nosotros
proponemos, que es la soberanía
alimentaria”, se suma Natalia.
Todo lo producido por la huerta
se reparte en el comedor del CIC
de Olimpo y en Frutillitas, y la
ingeniera de la Chacra de Barrow
aclara que “cualquier comedor
barrial que quiera ser tenido en
cuenta se comunique con nosotros
y así podamos darles también”.
Al margen de la entrega de las
verduras y hortalizas, se ha generado
una linda conexión entre
los que trabajan en la huerta y
los receptores de la producción.
“Nos comparten por el Facebook
o el instagram lo que cocinan, e
incluso, las chicas de Puentes de
la Infancia ofrecen talleres de cocina
para las mamás del barrio”,
destaca Juan Pablo.
“No es que uno entrega las
verduras y listo, queda ahí. Todo
lo contrario. Eso es lo que más
satisfacción genera”, cuenta el
docente. Y queda el compromiso
para replicar la charla una vez que
el invernadero esté plantado.