27|01|21 09:32 hs.
Hace 11 temporadas que Franco Rotonda viene a trabajar al balneario con su emprendimiento durante la temporada. La Voz del Pueblo, dialogo con el propietario y conoció cómo surgió la idea de instalar su emprendimiento en Claromecó y la manera en que su negocio fue creciendo con el tiempo
Franco nació en Tandil. Inquieto, atento, detallista, dirige al equipo de trabajo mientras le realizamos la entrevista y elige empezar refiriéndose a uno de sus colaboradores estrella, “con Misterio hacíamos mandados en la calle. Hice de todo, a Misterio desde la temporada uno que lo quiero traer a Claromeco y no se animaba”, comenta refiriéndose al vendedor que recorre las playas de Claromeco, famoso por varios latiguillos como “el churrero se pone contento”.
“Llevo 11 temporadas. Vine a Claromeco con 25 años, sin experiencia y sin conocer a nadie”, recuerda antes de relatar cómo nació el proyecto, durante una mañana en Tandil. Fueron dos encuentros fortuitos los que le le dieron el puntapié inicial al emprendimiento que hoy tiene la sede principal abierta durante el año en la ciudad serrana y, en temporada, la sucursal en Claromeco.
“Yo trabajaba en una fábrica de pastas y una mañana escucho a un proveedor que nombra a un muchacho que vendía churros y había dejado de vender, a pesar de que vendía bien. Yo quería hacer algo mío, tener algo propio”.
Atento a ese comentario le dice al dueño de la fábrica que comenzaría a fabricar churros: “empecé a averiguar recetas, a tirar churros como loco, a probar. Un amigo, Juan Echeverría, me ayudó con la receta, hasta que me armé la fábrica en una habitación que no se usaba, en la casa de mi abuelo. De ahí viene el nombre de Don Vicente”.
Comienzan las ventas
Las primeras ventas fueron en panaderías y almacenes que hoy son clientes fijos, “antes de ir a trabajar a la fábrica de pastas hacía churros y los vendía en las panaderías y almacenes. Empecé llevando para que prueben y después me empezaron a encargar”.
En el verano, cuando la venta de churros disminuye en Tandil, surgió la idea de trasladar su producción a la costa Atlántica: “(en Tandil) las panaderías cierran por vacaciones, entonces tenía que hacer algo para el verano. No había pensado lo de la costa”.

Orgullo. Franco Rotonda junto a un emprendimiento por el que apostó hace once años (Caro Mulder)
Así fue cómo una frase le cambió el paradigma de su negocio:
“tenés que poner una churrería en Claromecó”.
Franco la escuchó dos veces una misma mañana: “haciendo el reparto en una panadería, Gustavo, un amigo que es de Chaves, me la dijo. ‘Allá en el verano se llena de gente’, me comentó y yo le dije: ’no conozco Claromecó, nunca fuí a veranear´ y la charla quedó ahí. Terminé el reparto y tuve un problema con el auto. Entonces, un vecino al que me ayudó empujándome con la camioneta le di una docena de churros de regalo. Fue él quien me dijo lo mismo en la misma mañana: ‘tenés que poner una churrería en Claromecó. ¡Con los churros que haces!’. A los dos o tres días le dije al panadero Gustavo que me acompañé a Claromecó para ver qué onda. Salimos un lunes de julio llegamos al mediodía y acá llovía, no había nadie”, recordó.
Fue a una inmobiliaria y le mostraron varios locales. En esa época no conocía el centro ni por donde pasaba la gente, “sin embargo, cuando ví este local me gustó”, recordó haciendo referencia al local que alquila desde sus inicios, ubicado en calle 9 entre 26 y 28.
Quince fueron los viajes de Tandil a Claromecó desde el 1 de septiembre del 2010 hasta el 3 de diciembre de ese mismo año, fecha en que inauguró la sucursal en la costa de esta localidad, ”tenía algo de plata ahorrada, mi abuela me prestó, más un préstamo que me sacó mi viejo, habremos hecho 15 viajes, la penamos. Veníamos los lunes y nos volvíamos el martes, dormíamos en el piso, comíamos sobre una silla, nos volvíamos el martes porque no teníamos donde bañarnos”, señaló sobre el sacrificado comienzo.
La Receta
“El churro es lo más complejo que te puedas imaginar, no es sencillo, cambia hasta en la marca de harina que usas, tiene muchas cosas. Vas a probar miles distintos. El churro tiene mucho menos vida que la factura, es de horas”, destaca antes de agregar que: “el gran tema es que no le haga mal a la gente, que no sea aceitoso, grasoso. Eso es lo primero que tenés que buscar, que puedan comer todos los días y no le agarre acidez, nosotros freímos con lo mejor. La gente te dice, es harina y agua, y no es así, nosotros lo que usamos para freír es lo mejor, lo más caro, pero no hace mal”, subrayó.
A partir de la segunda temporada anexaron venta de sándwich de miga y tablas de picada con quesos y chorizos tandilenses y, en relación al crecimiento del negocio, observó que: “año a año vemos que viene gente nueva a la que le han recomendado el negocio. Nosotros siempre tratamos de mantener el perfil, no creérnosla, esto es así. Un día estás arriba y otro abajo, puede venir un monstruo grande a competirnos y nos gusta que compitan, pero que la competencia sea leal”, señaló en el cierre de la entrevista, que no quería terminar sin destacar el gran apoyo de toda su familia y amigos desde los comienzos hasta el día de hoy.