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Una extensa travesía en bicicleta

Martín Sáenz de 23 años, inició su viaje en bicicleta desde San Carlos de Bariloche el 9 de diciembre de 2020 y llegó a Claromeco el 10 de enero de 2021, hace tres días. 

Realizó un recorrido de 1400 kilómetros, vivió una experiencia única y confesó en un diálogo con La Voz del Pueblo, que al llegar a Claromecó se sintió “realizado”. Este diario lo recibió en el ingreso a la localidad.

Primera vez
Oriundo de Cutral Có, en 2010 se mudó con su familia a San Martin de los Andes, donde terminó sus estudios secundarios. Contó que en dicha ciudad “le agarré el gusto a la bici, a la actividad física, al movimiento”. 
Luego estudió la carrera de Educación Física en La Plata durante 4 años y se radicó en Bariloche.
“Es la primera vez que hago semejante trayecto, lo tengo en la sangre porque mi viejo lo hizo, desde La Plata hasta Cipolletti en los años 80 con su hermana, con la asistencia del padre que iba con un Renault 12 adelante pero lo hicieron en bici, sin alforjas, dormían y comían en cualquier lado, era otra época, mucho menos gente, menos tráfico. Así que lo tenía en el ADN y me llegó como en un sueño en noviembre”, señaló. 

Martín Sáenz (Caro Mulder)

A bordo de una bicicleta mountain bike, rodado 26, “la Colo” como la llama, inició la aventura el 9 de diciembre “uniendo ciudades que me formaron”. Dijo que “escuchar el viento, los árboles, el mismo ruido de los autos, una bocina, un saludo, tiene toda esa magia la ruta, me encantó”. 
Equipaje 
Comentó que “en las alforjas llevo lo esencial pero como es mi primera vez, no he podido reducir muchas cosas. Traje ropa de más, principalmente llevo botiquín para mí y la bici (herramientas), comida (muchos carbohidratos, fibra, proteínas) y agua. Lo fundamental es estar cada 45 minutos ingiriendo algo, glucosa, que me faltó en el tramo Bariloche-San Martin de los Andes, y casi me desmayo, fui aprendiendo mediante el error”. 
En el plan de viaje, había calculado parar para descansar en determinadas ciudades, pero no siempre pudo lograrlo. “Hacía tramos por horas, principalmente por el viento, que si lo tenés en contra vas muy lento, a 10/12 kilómetros por hora y eso te desgasta, es tan poderoso que mentalmente te quiebra. Hubo tramos que paré en cualquier lado, en la nada misma”, afirmó. 
Al respecto, recordó que “en Brazo Huemul me detuve a dormir debajo de un árbol, al costado de la ruta, lugar que no es conveniente. En Aguado Florencio, en una escuela albergue; y antes de Chimpay, que no pude llegar por el viento, me metí en una fábrica abandonada. La primera noche tuve miedo, es mucha la incertidumbre, realmente nunca descansé bien, cada una hora te levantás, estas agitado, el cuerpo descansa mas o menos porque soy joven, pero mentalmente no”.
Subrayó que “es fundamental estar descansado porque rendís más mentalmente, que es un 95 por ciento del viaje”. 

Martín inició su viaje el 9 de diciembre (Caro Mulder)

Poca empatía
Al analizar esta aventura, observó que “es muy difícil lidiar con el otro, con el tránsito, los camiones, autos, la poca empatía. No todos pero la mayoría de la gente, le da igual que vayas en bicicleta, te pasan muy cerca o pasan a otro auto y te pasan fino y vos estás muy vulnerable, estás muy expuesto, eso realmente da miedo pero es la adrenalina, hay que estar atento a cualquier bocinazo, o escuchar que viene algún camión, porque no te tocan bocina y si pueden te pasan súper cerca”.
Una experiencia que culmina en Claromecó, donde descansará por algunos días, visitando a la amiga claromequense Carlota Mulder, para luego emprender su regreso a La Plata en colectivo, ya que producto de la exigencia del viaje, tiene tendinitis en uno de sus tobillos.
 
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