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Pumas en la tierra de los canguros

“Los miraban raro porque la lista no era la mejor para la crítica. Eran raros como aquellos que están por hacer historia” (Jorge Búsico. Sudáfrica 1965. El nacimiento de Los Pumas)


En la madrugada de ayer el deporte argentino rugió en Australia. Ocurrió en Sidney, en el año más atípico que nos tocó vivir a los humanos, lejos de casa y 55 años después de la mítica gira sudafricana que los vio nacer. 
No fue la tercera y, por ese motivo, la vencida. Fue necesario un largo camino de derrotas, de frustraciones, de aprendizajes y de una y otra vez renovar el esfuerzo. Fue también en noviembre, un dos, para ser exacto, pero de 1985 y en el estadio de Ferrocarril Oeste, cuando el milagro casi ocurre. Un Hugo Porta inspirado, anotó los 21 puntos de un memorable empate, pero que no alcanzaron para torcer un maleficio. 
Pero nada es imposible, nadie es imbatible y más tarde o más temprano, los proyectos serios y consistentes reciben su reconocimiento. Primero fue el tercer puesto en el mundial de Australia (2007), luego la cuarta ubicación, en el mismo torneo, en aquella ocasión jugado en Inglaterra y Gales. Corría el año 2015. Más tarde, el año pasado, la franquicia Argentina Jaguares, lograba el subcampeonato en el Súper Rugby, quizá, junto con la Premiership inglesa, la Champions Cup Europea y el Top 14 francés, uno de los torneos más competitivos del mundo. 
Pero faltaba algo. En 1873 se jugó el primer partido de rugby en nuestro país, en el sitio en donde ahora está el Planetario de Buenos Aires, pero que en aquellos años era la cancha del Buenos Aires Cricket Club. Fue con equipos integrados por 12 jugadores, con las reglas antiguas, una mezcla de fútbol y de rugby. Unos años después, en 1899, se fundó la The River Plate Rugby Union Championship, que luego dio origen a la UAR (Unión Argentina de Rugby). Pero fue de la mano de ese pionero incansable, llamado Jorge Newbery, el primer ídolo e ícono del deporte argentino, cuando se formó un primer equipo netamente criollo, surgido del Centro de Estudiantes de Ingeniería de la Universidad de Buenos Aires, en 1904. Seis años después, vistiendo una camiseta azul, nacía el primer combinado nacional de la ovalada. Comenzaba de ese modo, una rica historia.
“…Casi 10,000 fanáticos acudieron al oeste de Sydney para presenciar el famoso primer éxito de los sudamericanos contra Nueva Zelanda, un resultado que hizo llorar al entrenador de los Pumas, Mario Ledesma. El ex entrenador de los Wallabies y ahora asistente de los Pumas, Michael Cheika, también fue una presencia conspicua junto a Ledesma en el palco de entrenadores de Argentina…”, dice la crónica del The Guardian inglés. “…La formación entrenada por Mario Ledesma, que ya conducía al break 16-3, fue imperial de principio a fin, tanto en ataque como en defensa, ante los All Blacks, que cometieron demasiados errores…”, relata la reseña sobre el encuentro el periódico galo Le Monde.”…La mayor sorpresa de todas. Los All Blacks conmocionados por Argentina…”, consigna el New Zealand Herald en su edición digital y en primera plana. 
Pero son solo titulares, que mañana trocarán en otros. La memoria quedará en los protagonistas, en los aficionados, en la enciclopedia interminable de la gloria deportiva nacional. En la centenaria historia del rugby criollo; en los tradicionales clubes de Buenos Aires y alrededores, en los también clásicos de Rosario, Córdoba, Salta, Tucumán y Mendoza. En la de los clubes chicos y no tanto, esparcidos a lo largo y a lo ancho del país. En los de nuestra ciudad. En los entrenadores vocacionales, en las familias, en los amigos y las amigas que acompañan. En la vitrina mayor de todo deportista. La de su corazón. 
Fue en el partido número 34 que enfrentó a ambos seleccionados y que tuvo un solo anotador para el combinado argentino: Nicolás Sánchez. Como aquel noviembre de Porta, en donde la garra Puma arañó con fiereza un hito, todos los puntos fueron del tucumano. Paradojas del tiempo: mismo mes, misma posición del jugador (Apertura), único goleador en un Test Match fuera del tiempo. 
«…Es un gran día para el rugby argentino hoy. Todo es duro en Argentina. Tenemos que mostrarle a nuestra gente que hay que luchar, que hay que trabajar duramente… No sé cómo ponerlo en palabras. Fueron ocho meses muy duros. Hoy vinimos a llenarle de orgullo el pecho a la gente que está en Argentina, que está pasando un momento difícil, que está peleándola. Jugamos por ella…Hay un montón de gente que se puso esta camiseta antes que nosotros y que peleó tan fuerte como nosotros para conseguir esto. Quiero que ellos sepan que lo consiguieron, que todo fue un pasito para estar hoy con la sonrisa que tenemos. Es una victoria de mucho más que 23 tipos que entran a la cancha», resumió el capitán argentino Pablo Matera. 
Las sociedades son también cultura, pensamiento, arte y deportes. Necesariamente mucho más que números y variables económicas. La riqueza de una nación se mide quizá mejor en todo su espesor cuando ellas florecen, se expanden, nutriendo nuestra existencia y ensanchando las posibilidades de nuestra libertad. El primer triunfo ante el mejor equipo de rugby de todos los tiempos, los All Blacks, 25 a 15, en el torneo Tres Naciones, exhibe una trama extraordinaria, de las muchas que posee el país. Algunas más valoradas que otras, algunas más ocultas, otras de cara al sol. Pero están ahí, “a tiro de piedra”, para mostrarnos de lo que somos capaces, cuando somos pacientes, cuando controlamos nuestros demonios y nos fundimos en un proyecto común. 
En la madrugada, mientras la mayoría dormía, fue el turno de nuestro rugby. Y a la cabeza, Los Pumas, su emblema inoxidable.   
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