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Una historia de trabajo y esfuerzo

Eduardo y Soledad Milanesi forman parte de la historia de Claromecó al punto tal que siguen viviendo en la misma casa de calle 23 entre 28 y 30. 

Su padre, Ernesto Milanesi, fue marinero, constructor, carpero, de todas las profesiones que se quiera imaginar para “parar la olla”. 
«Mi viejo salió con el padre de Caro Mulder, con el Chato Flores y fue capitán de la ‘Chichí’”, cuenta Eduardo. 
En ese tiempo era muy común tener actividades diferentes en temporada e incluso como cuenta Eduardo “el viejo se bajó de la lancha pero años después volvió a salir”. 
Hay muchas historias de esos tiempos pero las más notables “eran los amigos. Eran tiempos que te tratabas con todos -cuenta Soledad-, recorrías todas las casas de Claromecó, era una familia, muy linda esa época. Yo lo que más extraño de esos tiempos son los vínculos que teníamos”.
La llegada del centenario no es poca cosa “como para mí llegar a los 66, dice Eduardo entre risas, para mí fue ayer esto”. Y agrega “mi viejo era un luchador incansable. Entre las cosas que hacía entre una temporada y otra fue marinero y capitán de lanchas en la pesca del cazón, araba y cosechaba en el campo, tuvo por muchos años un balneario de alquiler carpas en la playa, trabajó en la construcción civil y también hacía bloques de concreto en su pequeña fábrica”. 
Los dos coinciden en las diferencias de épocas, “eran tiempos en los que ibas a las casas de tus amigos y te quedabas a comer, a dormir. Eramos uno, que querés que te diga cambio todo. La amistad de antes era eso… amistad. Los amigos de esos tiempos yo los conservo, que no los vea es muy diferente pero los conservo, los Nielsen, los Mortensen, esos chicos no los vi más pero los adoro. Eduardo Durante, los Bustos chicos muy buenos. Es tan lindo verte, encontrarte” dice Sole con nostalgia. 
Eduardo o Pijindrín como todos lo conocen en muchos aspectos es un nuevo “recuperado” para Claromecó después de haber pasado años en Brasil o Portugal. “Pasé muchos años sin siquiera pisar, cuando volví aquí me perdí. Antiguamente se terminaba el pueblo en la avenida 27. Atravesar de aquí al faro era todo una aventura, estaba lleno de médanos, ahora está todo edificado pasándolo. Ese pedazo donde ahora está la cancha de fútbol era el Basurero Municipal, no sé hasta dónde va a llegar el crecimiento. Con Dunamar pasó lo mismo, cuando yo me fui era un cucurucho y ahora…”. 
La familia Milanesi en muchos aspectos estaba identificada con el balneario “del centro”, La Perla –en calle 30 y Costanera-. Eduardo agrega que “se llamaba así por el chalet La Perlita de los Villanueva y el de mi hermano Jorge Juan Gaviota, uno muy colorido que lo pusieron con Dardo Hernández. El otro balneario que había era el Avila donde ahora está Samoa. Esto, en aquella época era tremendo, recuerda Eduardo” señalando el predio del viejo Camping Municipal.  
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