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Militante en una fuerza social

Por Valentina Pereyra

Alberto Porzio vive “de toda la vida” en la calle Brown al 700 y, al cruzar la puerta de su casa lo primero que salta a la vista es una enorme biblioteca recostada sobra la pared izquierda y frente a ella, un cuadro que recuerda un reconocimiento por la militancia peronista del conocido vecino. 

La prolijidad de los libros en los estantes es envidiable. Como en las mejores bibliotecas, una escalera corrediza permite acceder hasta los lugares más altos, porque todos los ejemplares tienen su importancia y deben ser consultados en cualquier momento, no importa su disposición en los estantes. 
Una vez que LA VOZ DEL PUEBLO se sienta en uno de los escritorios del estudio jurídico que Alberto Porzio tiene en esa dirección, la conversación fluye, de un maestro a una espectadora oyente interesada en aprender. 
“Soy peronista desde la época del coronel Perón, de los tiempos del partido Laborista, de los tiempos de la militancia original. En esa época era un muchacho, trabajaba haciendo tanques por mi profesión de soldador”, responde Alberto a la pregunta inicial.

El lugar que Alberto Porzio eligió para defender mejor su origen de hijo de obrero fue “el espacio que se abre a las clases desposeídas”

Es un hombre sabio que formó parte de la Unión Obrera Metalúrgica y su militancia “de toda la vida” fue en el Partido Justicialista. “Desde que me empecé a interesar en la política mi lugar fue el justicialismo”, afirma.

 “El pasado puede ser muy interesante para tipos como yo, que les gusta indagar, pero no deja de ser el pasado. El hecho de tener un buen presente es tener proyección futura. Hay que proyectar, porque sino todo queda en una recordación heroica”.

Los comienzos que dieron lugar a la militancia activa tuvieron que ver con la educación religiosa que recibió desde pequeño: “La lectura de la Biblia me llevó paulatinamente a interesarme sobre cosas que tenían que ver con la política”, manifiesta. 
En este aspecto sigue desarrollando la idea: “Su lectura es lo que me formó, al igual que la participación familiar en la Iglesia de Moreno de la Unión Evangélica”. 
A pesar de que su padre y su madre estaban bautizados en la iglesia, Alberto sin embargo nunca lo hizo, porque consideró que era un acto de mucho compromiso que él no supo si lo iba a poder cumplir. Con el tiempo se convirtió en un estudioso de las religiones, por lo que consecuentemente dice: “No podemos decir soy tal cosa, la religión nos atañe a todos, pero tenemos nuestra propia manera de entenderla o militarla”. 
Para Alberto el dogmatismo es estrecho, reduce al individuo a un concepto y eso no tiene que ver con él, que siempre fue abierto a eso. “Mi padre leía la Biblia, el documento de su vida y eso aprendí, los conceptos bíblicos atañen a los derechos y a los intereses del pueblo”.

El militante 
El lugar donde eligió para defender mejor su origen de hijo de obrero fue el peronismo, “que es el espacio que se abre a las clases desposeídas. Juan Domingo Perón es eso”, describe Alberto.
Además analiza que “el peronismo sigue teniendo su base teórica, pero como todas las estructuras políticas sufrió la invasión y conceptos de gente que busca usar la estructura política con objetivos personales. Eso a mí no me interesó -a pesar de haber sido concejal- no elegí ejercer una conducción, sino llevar adelante la filosofía del peronismo”. 
En una lección incomparable, Alberto continúa: “La filosofía puede entenderse como una doctrina que Perón enseñó muy bien, por qué y para qué existe el peronismo, que en el plano político es una reivindicación de la participación popular. Antes de eso, en una etapa, pudo ser la UCR, que con el Peronismo son de estrato popular, una representa el más alto y el otro lo más esencial del pueblo”.
 

“Hoy la pregunta es: ¿quién manda acá? ¿Quién es el líder de la Nación? ¿Podemos esperar algo con razonabilidad del presidente? ¿Qué propone? No creo que haya que ir a la embajada de Estados Unidos a pedir instrucciones, entonces ¡qué podemos esperar!”

Perón
“Perón es el hombre que resume en sí mismo y en su prédica la excepcional capacidad del individuo, del caudillo, lo que hizo que gobernara la Argentina 20 años desde Puerta de Hierro, un hecho histórico que muchos se niegan a reconocer. Por entonces todos los que había, gobernantes y pseudogobernantes, y hasta los propios radicales que quisieron llenar ese vacío no lo lograron, porque había que ir a consultar a Perón”. 
“Hemos sido una generación de juventud que recibimos directamente las propuestas que Perón mandaba a través de un disco”, relata Alberto quien recuerda: “Nos juntábamos en la trastienda de un bar porque estábamos proscriptos y borrados desde el punto de vista de la participación política. Ahí escuchábamos los discos en los que Perón, entre otras cosas, nos recomendaba `desensillar hasta que aclare`. Perón nos contenía y mientras tanto, como figura mundial que era, atendía la realidad política de los estados. Era un hombre de consulta de los grandes líderes mundiales”, asegura. 

“Soy peronista, se supone que tengo que estar en una oposición constructiva, pero me pregunto quién nos propone la posibilidad de una oposición constructiva. Me duele tener que hacer críticas porque advierto que no existe la dimensión de la dirigencia»

Porzio continúa dando cátedra y explica “que el peronismo no es una fuerza política, esencialmente es una fuerza social, una representatividad en el pueblo trabajador para el que no ha existido otra. Los sectores de poder influyentes del mundo sabían donde residía el poder popular y a quién se iba a responder en última instancia, más allá de tener una figura circunstancial en el gobierno. Por eso todos preguntaban: ¿Qué dice el viejo?”. 
En su análisis destaca que si el peronismo no avanza en el terreno de los derechos de los más desprotegidos “deja de ser”. “Hay que respetar al movimiento obrero y no sólo debe hacerlo el propio movimiento peronista, porque sin la poderosa organización de los sindicatos el peronismo no hubiera tenido el instrumento de defensa de los intereses de la masa”, determina Alberto. 
Eva 
Para Porzio no hay que reducir todo a un sentimiento “que es un valor esencial en el peronismo”, sino que se debe “acompañar con el conocimiento de las realidades sociales que tiene que el movimiento defender para justificar su paso. No todas las agrupaciones políticas justifican su paso por la historia de un país.Los hombres tampoco”, señaló. 
“Evita agrega un elemento adicional que no existía en el concepto político: concretar el derecho a la mujer, eso fue Eva. Desarrolló un trabajo en la Secretaría de Acción Social que le dio personalidad propia al lado del líder, no era solo una compañera, era una tremenda activista política”, recuerda y destaca Alberto. 
No puede evitar la emoción, que aunque procura no exteriorizar, flota en el aire y en su mirada: “Eva fue querida y odiada, pero para llegar a ese lugar, a esas calificaciones, sólo significa que tuvo una participación histórica, incluso por encima de grandes mujeres argentinas que ha habido en la política, como Alicia Moreau de Justo. Ella trascendió más que ninguna. Eva crea el partido peronista femenino porque hasta el momento las mujeres no eran un ente político, las incorpora y les da presencia en la política. Ella dejó la vida haciendo su trabajo político”, dijo Porzio que vuelve a la emoción y termina: “Eva es un fenómeno irrepetible, algo que expreso desde mi punto de vista”.

«El peronismo no es una fuerza política, esencialmente es una fuerza social, una representatividad en el pueblo trabajador para el que no ha existido otra»

El peronismo hoy
Para Alberto Porzio, el peronismo tiene que aspirar, como la fuerza política que es, a gobernar. “Se presentará en elecciones, tendrá su candidato, el partido convocará a la gente más joven y después hará su propuesta política. No puede alejarse de su esencia porque si no, deja de ser”, determina. 
Por eso considera que todo aquel que aspire a ser su representante, si se sale de la esencia, el justicialismo deja de ser. “Nuestra concepción es la de la justicia social, por eso en lugar de decir peronismo -que es la identificación con el caudillo- el mismo Perón propone identificarse con la doctrina justicialista y él es la figura, el que convoca, al que el pueblo fue a buscar en aquellas epopeyas -como el 17 de octubre- que si no hubiera existido, tampoco existiría el peronismo”.

“No todas las agrupaciones políticas justifican su paso por la historia de un país”, advierte Alberto Porzio, para agregar: “Los hombres tampoco”

Piensa que en la actualidad el justicialismo es responsabilidad de los más jóvenes y está dispuesto a colaborar. “Si nos vienen a preguntar, aquí estaremos para asesorar”.
Considera que hay que avanzar y para eso tiene que haber nuevos dirigentes, renovados conceptos, no debe estacionarse. “El pasado puede ser muy interesante para tipos como yo, que les gusta indagar, pero no deja de ser el pasado. El hecho de tener un buen presente es tener proyección futura. Hay que proyectar, porque sino todo queda en una recordación heroica”.
 “Hoy la pregunta es: ¿quién manda acá? ¿Quién es el líder de la Nación? ¿Podemos esperar algo con razonabilidad del presidente? ¿Qué propone? No creo que haya que ir a la embajada de Estados Unidos a pedir instrucciones, entonces ¡qué podemos esperar!”, enfatiza. 
Del peronismo, dice que tiene su problemática y que aunque es imprescindible reconocer el liderazgo, “porque esencialmente el peronismo se basa en eso, en los liderazgos”, hoy la oposición “los quiere eliminar, como en el caso de Cristina, pero ¿oposición a qué cosa hay acá? ¿Qué estructura tienen?¿Qué dimensión tiene?”
En este sentido agrega: “Soy peronista, se supone que tengo que estar en una oposición constructiva, pero me pregunto quién nos propone la posibilidad de una oposición constructiva. Me duele tener que hacer críticas porque advierto que no existe la dimensión de la dirigencia. Me duele, después de que fuera Perón quien levantó a los sumergidos, con la enorme trascendencia que tuvo”, subrayó.
 

 “Alfonsín es un prócer”
Alberto Porzio se refiere a aquellos individuos que trascienden al partido político del que formaron parte. “Alfonsín es un prócer de la política nacional, está más allá del concepto demasiado estrecho de pertenecer a un partido político, él trascendió todo eso. Todo lo que hizo tiene importancia trascendental, más allá de la militancia política partidaria que el individuo pueda tener, eso fue Alfonsín”. 
Porzio defendió este pensamiento también al interior del Partido Justicialista, algo que le trajo dificultades. Su postura de reconocimiento a esas figuras que fueron trascendentes lo ubicó en un lugar de discusión y diferenciación. “No todo tenía que ser del peronismo o antiperonismo, por eso entiendo que Alfonsín es un prócer nacional”. 
Además agrega que “no se trata de ser o no ser peronista o justicialista, es la práctica de la doctrina -se llame como se llame quien la lidera- lo que importa”.
Y finalmente agrega: “Si desde la función del Estado el líder político intenta hacer un gobierno que favorezca a los intereses populares, ya está, no necesita la ficha de afiliado al Partido Justicialista. En el peronismo siempre hubo la confrontación, eso de “los radichetas”, pero son la cosa chica, peleas que resultan estériles. ¿Cuál es el resultado cuando se analiza? Entonces nos preguntamos: ¿Qué hicimos con eso, que se mezcló con los intereses particulares el partidismo?” 
La oligarquía 
También explica que dentro del radicalismo hubo estructuras que tenían un concepto nacional, -que las hubo en la época del ´20- y como la de Yrigoyen, que fueron líderes populares. “Pero fueron borrados porque la oligarquía es impiadosa, defienden sus intereses, el poder económico, las tierras, todo lo que de alguna manera tipifica una oligarquía “. 
Sin embargo, agrega que “otras han sido extraordinarias para el desarrollo de sus países, como Inglaterra, porque tuvo una oligarquía nacional. En cambio la nuestra ha sido dependiente de otros intereses, las oligarquías existen porque es un concepto, una estructura social económica. Cuando decimos oligarca despectivamente -acá en Argentina tipificamos así al dueño de las tierras, al que tiene plata- pero puede llegar un momento en el que los intereses nacionales coinciden con la oligarquía y puede ser un factor positivo, otras veces no”. 

La biblioteca
“Soy un estudioso, me interesa leo lo que hay que leer” dice Alberto Porzio.
“El 20% del contenido del libro es lo que vale, lo demás son explicaciones, conceptos, la mayoría de los libros tienen opiniones de uno, de otro, cómo es el libro, lo esencial hay que saber encontrarlo. Un libro te lleva a otro. Esa búsqueda es como no quedar aislado”. 
De su amor por la lectura dice “viví en la biblioteca toda mi vida y no me lo paso leyendo a Platón toda la vida, por eso voy formándola”, explica. 
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