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Tres Arroyos, MARTES 19.03.2024
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Pancho en el concierto de su vida

Pancho tiene 26 años, su hermana más chica tiene 22 y esta semana trajo al mundo a su bebé Genaro que le dio al cantante el título de tío. La cita con LA VOZ DEL PUEBLO para conocer algo de su vida, fue en Solís al 1000, vivienda que comparte con sus padres. “Hay una revolución en mi casa con este nacimiento”, confiesa el artista. 

El primer piso de la casa tiene mucha personalidad, una escalera de madera conduce hacia una sala que luce bien vintage. La decoración y arreglos están a cargo de la madre de Francisco Santarén que se toma su tiempo y trabajo para recolectar antigüedades y revivirlas para que el espacio luzca acogedor. 
Después de cruzar el último escalón, lo primero que asoma erguida es su guitarra. De un rápido pantallazo también se pueden observar dos charangos que descansan sobre una canasta de mimbre y un bombo que se arrincona, esperando el próximo ensayo. 
Pancho elige para hablar el sillón que lo tiene de protagonista cada vez que necesita rasgar las cuerdas, cantar y ensayar.
En su familia no hay músicos, sí amantes de lo folclórico, tal vez de allí el apoyo y acompañamiento que el cantante siempre recibió en su hogar para hacer este género.
Nació en Coronel Pringles, ciudad a la que llegaron sus padres por cuestiones laborales.

“Soy amante del tradicionalismo, del hombre de campo y su cultura y le canto a eso”, explica Pancho Santarén

Su mamá es oriunda de Indio Rico y su papá de Juan E. Barra, aunque de chico se vino a Tres Arroyos. “Todavía tenemos familiares en todos lados”, dice el artista. Su papá siempre fue su representante, “golpeando las puertas para que yo pudiera cantar en las peñas”.
Cuando tiene un domingo libre, cuando su trabajo de panadero lo deja, acompaña a Pancho en su recorrida por los escenarios de la zona. También su hermana – que de chica bailó folclore- participó en una de sus peñas en la Escuela Técnica. “El canto y la familia para mí son una sola cosa”. 
Francisco nació en Pringles porque su padre -de oficio panadero- decidió abrir junto a su mamá una panadería en el lugar. “Me crié ahí donde se acostumbraba los fines de semana a hacer guitarreadas, a las que llegaban cantores de Pringles, de la zona, también de Tres Arroyos”. 
Pancho no sabe bien por qué en su casa había una guitarra, pero reconoce que fue el instrumento que lo atrajo. De los encuentros en la panadería participaba un soguero de Coronel Pringles, oriundo de Santiago del Estero, “todavía toca y canta muy bien”- dice el cantante- quien fue el referente de Francisco de chico.

“El cantaba y yo lo miraba, hasta que me fue enseñando algunas cosas y lo fui acompañando, pero siempre tocando la guitarra”. Sin embargo el canto todavía no había aparecido, se despierta recién cuando regresan a Tres Arroyos, catorce años después de su nacimiento. 
Asistió a la Escuela Nacional y Agrotécnica de Coronel Pringles, pero nunca tocó en estos lugares y tampoco lo hizo para sus amigos. Hasta ese momento sólo interpretaba música en su casa. Empezó a tocar la guitarra de oído y aprendió mirando.

Pancho Santarén – «Cartas Marcadas»

El canto, la primera peña 
A los quince años se despertó su necesidad por cantar. En Pringles tocaba la guitarra, instrumento que aprendió a interpretar en la iglesia católica de la ciudad, lugar al que su papá lo llevó a aprender. 
En una salita, un profesor dictaba clases y fue donde le enseñaron los primeros acordes. Ya conocedor del instrumento asistió con otro guitarrista, que hacía folclore y rock and roll, a seguir instruyéndose. 
Todos los jueves, su papá lo llevaba a una pizzería de Pringles en la que tocaba un cantor mendocino al que acompañaba un guitarrista. Ese músico durante la semana le enseñaba a Pancho algunas canciones. Fue así que en una de esas presentaciones lo llevó a tocar e interpretar los temas que había aprendido. 
“Era la prueba con público, se llenaba el lugar”, recuerda el cantor.
Pero fue recién al arribar a esta ciudad que “se despierta el canto”. Al llegar empezó la escolaridad en el ex Colegio Nacional y terminó a la noche en la Escuela N° 15, mientras trabajaba en la terminal, lugar en el que estuvo por cuatro años, desde que tenía quince. 
“Como era chico, cargaba bolsos o algunas veces ayudaba en las boleterías. Pero mientras esperábamos que llegaran los micros me iba para abajo, donde están los túneles y tocaba la guitarra. Así que armábamos guitarreadas hasta que venían los colectivos y cargábamos encomiendas u otras tareas que me daban”, esta es la razón por la que personal que trabajó en la terminal en aquella época le dice a Pancho que “él salió de la terminal”. 

La primera peña a la que asistió en Tres Arroyos fue en la Escuela N° 15 y en ese momento sintió que llegaba el incentivo que necesitaba para comenzar a cantar. “Me agarraron las ganas, ese día solamente fui a mirar con mi papá. Me acuerdo que tenía una sola guitarra, la agarré y con mi primer disco que era de los Carabajal, comencé a escuchar y a cantar”, relata Pancho. 
El paso siguiente fue comprarse un bombo y lo que vino después ya no se pudo detener. “Me encerraba en la pieza a tocar ese instrumento y a cantar chacareras que fue lo que aprendí a tocar en Pringles, por el santiagueño que me enseñó”. 
Pancho siente que lo primero que sintió fue esa esencia santiagueña que su maestro le trasmitió y que valora muchísimo, sin perder la identidad de la música bonaerense, a la “que respeto muchísimo”.
 
Subir al escenario 
Cantando en la casa, su papá le sugería participar de alguna peña. “Hace diez años las había en un montón de lugares, leíamos en el diario o escuchábamos en la radio y mi viejo iba y preguntaba si había lugar para que yo tacara”. No fue fácil ingresar, hasta que un 20 de julio, hace diez años atrás, se realizaba una Peña en la Escuela N° 3.
“Mi papá se enteró de que el organizador era Daniel Martinovich, lo fue a ver y él le dijo que fuéramos a su casa, que me quería escuchar”. Ese primer casting lo hizo también frente al maestro Jorge Herrera, “un referente del folclore de Tres Arroyos en el canto y la música”. Cantó una zamba y una chacarera que les gustó así que lo propusieron para participar de la peña que se realizaba a beneficio de la Cooperadora de la Escuela N° 3. 
Ese Día del Amigo del año 2008, Pancho subió por primera vez a un escenario a cantar unas tres canciones con Los Jilgueros, cerrando el festival. “Fue algo glorioso”. 
Con el disco doble de un Tributo a Carlos Carabajal “que tengo todavía bastante rallado” y con otro de un grupo llamado “Los Amigos”, liderado por Sergio Galleguillo, “sacamos una zamba de éste y una chacarera de los Carabajal”, que fueron parte del repertorio aquella primera vez. Completó el mismo con otro tema inédito que conoció por su trabajo en la terminal. 
El trasporte de Tres Arroyos a De la Garma lo manejaba Miguel Ramos, un cantor y difusor de folclore. “Fue quien me trajo un CD de un autor de Brandsen que se llama Oscar De Franco, con unas canciones románticas muy lindas, con un repertorio folclórico que me gustó mucho, así que hice una canción de él también la noche de mi primera peña”. 
“Cuando se enamora un loco”, es el tema que interpretó el día de su presentación como cantante y guitarrero: “Me acompaña hace diez años y la gente la pide, el estribillo lo cantamos todos, por eso hay que festejar”.
Componer le ha resultado difícil, sin embargo reconoce que su parte más virtuosa es ponerle música a letras que le suelen acercar. “Hice ´Huellita de la Tierra´, dedicada a Tres Arroyos, que habla de los trigales, de los tres arroyos que llegan al mar…”huellita de la tierra donde el hombre siembra vida”. 
Hizo alguna zamba o chacarera hablando de amor, “pero no es mi fuerte”, cuenta Pancho.
La guitarra siempre está presidiendo la sala, allí, lista para recibir a Pancho que llega a su casa, se sienta en el sillón, la empuña y se distrae tocando y ensayando. 
Arranca la carrera 
Empezó a cantar en peñas y a bailar en grupos de danza a la que se ligó mucho. “En 2009 me acerqué a la Academia de El Caldén y arranqué a bailar ahí”. La primera vez que se vistió de gaucho fue para una presentación de esa compañía en un cuadro surero en el que Pancho cantaba y los integrantes del grupo de danza interpretaban. “De chico nunca fui allegado al campo, pero siempre me gustó la música, soy amante del tradicionalismo, del hombre de campo y su cultura y le canto a eso”, explica Pancho. 
Trabaja en las jineteadas, en eventos lugareños a los “que les tengo muchísimo respeto porque me encantan las cosas criollas”. Los amigos que tiene son los allegados a la música, a la danza, cantores y payadores cercanos a las jineteadas, “son los frutos que uno deja florecer cando anda cantando”, reflexiona. 
Destaca su amistad con Martín Rodríguez Blanco y Héctor Somovilla y la participación con ambos en distintos eventos: “Conocer la danza me dio a estos amigos y además saber qué es lo que uno canta, la historia del folclore”.
“Hay pa´rato” fue otra de las experiencias que recuerda Pancho en estos diez años con la música y el canto. 

Conformó el grupo con Emiliano “El Pampita” Pelegrino y con “mi hermano de la vida que siempre tocó el bombo conmigo”, Matías Di Noyo, quien “es de las personas más completas del folclore de Tres Arroyos, desfila a caballo, está en agrupaciones tradicionalistas, anda en las jineteadas, baila, toca el bombo, canta, hace todo…”, describe con admiración a su amigo. 
Para la primera peña propia ubicó a un violinista, Leonardo Ventura, profesor del Conservatorio de Música que participó con su instrumento y tocó junto a la guitarra y al bombo, “bien tradicionalista”. 
Al año siguiente conoció a Hugo Del Valle, de Juan E. Barra quien hasta hoy lo acompaña. En 2014 armó una banda algo más eléctrica incorporando a Diego González en la batería, a Hernán Lupardo en bajo y a Darío Iriart en guitarra eléctrica. “Con ellos hicimos un teatro municipal, eso fue algo grandioso, se llamó Francisco Santarén en concierto”.
Luego vino “La peña del Pancho” en el Club Español de la que han participado bandas de Buenos Aires, Lobería, Tandil, Mar del Plata. Y actualmente viaja por toda la zona de la provincia con su música. 
Pancho es un festival, un canto a la vida lugareña, a las raíces, a la tierra que lo cobija. Un intérprete que honra al tradicionalismo con acordes que suenan como himnos de amistad. 
Pancho paseó su guitarra por la pizzería de Pringles, por la terminal de Tres Arroyos hasta llegar -diez años atrás- a las peñas que lo hicieron famoso, las que forjaron a Pancho Santarén, el artista. 
Festejos
Los diez años se festejan con un festival del que participarán familiares y amigos que acompañaron a Pancho Santarén durante todo este tiempo de carrera artística. Será en la Escuela Técnica y serán parte de la misma los artistas que participaron en la primera peña. El sábado 25 del corriente, a partir de las 21, la gente podrá asistir a “Los diez años de Pancho Santarén en los escenarios”. 

“Yo quiero vivir del folclore y de la música, pero hacerlo bien. Soy feliz haciendo esto, no sólo canto sino difundo el folclore que hago on line, estuve dos años en Diario 3 con el proyecto Entablando Coplas y actualmente ando por los festivales en la parte de prensa”, destaca Pancho. “Si no tenemos actuaciones las salimos a buscar, si hay que cantar en una esquina para ganarse el pan lo hacemos”, se ríe Pancho ante la confesión. 
Como parte de los festejos, saldrá el CD de las canciones de los diez años de actuación, que es el primero que grabó en este tiempo. “Vivo de lo que me gusta, por lo que le agradezco a mis padres que me bancan, a mi novia, Sofía Jensen que es bailarina folclórica y diseñadora gráfica con la que hace siete años que estamos. Yo hago la parte de espectáculo y ella hace los diseños andamos todo el día juntos”. 
De los festivales que hace, Pancho destaca que “laburamos con los artistas en forma conjunta, la recaudación la reinvertimos en luces y sonidos, me gusta la producción técnica, el decorado del salón, que suene bien, que haya buena iluminación y un espectáculo digno de verse, que este año lo van a notar”, anticipa el artista como previa a un enorme festejo después de aquella primera vez que se subió a mostrar su arte a un escenario de la ciudad.  
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