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Tres Arroyos, VIERNES 29.03.2024
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El valor del taller

Este tipo de talleres sirve, según Karina, “para establecer otro tipo de vínculo con la familia. Nuestro objetivo como jardines comunitarios, más allá que el niño asista, es el acompañamiento a la familia en la crianza. Esto es lo que permiten estos talleres, además del vínculo directo con las mamás. Es una excusa para tener un medio directo para poder acercarnos a las familias. Y por ahí tocar temas muy delicados que tienen que ver con la violencia, la puesta de límites, con cuestiones personales de cada una, de poder decirles la manera de poner límites y sale de ellas el decir que no saben cómo hacerlo. Se establece otro tipo de relaciones y de vínculos. Desde lo institucional es como lo más valioso esto del acercamiento que permiten estos encuentros con las familias”. 

Para Natalia Collazos “también es una mirada que tiene la Asociación y en particular los Frutillitas de trabajar con la comunidad. Más allá de las familias que están dentro de los jardines, la articulación de este proyecto implica tanto el Ministerio como la nutricionista, como docentes, los CAPS y además se buscan estrategias que impacten en la sociedad en general. Que todos tengan acceso a una nutrición equilibrada, con los recursos económicos que ellos tienen”. 
Incorporando una serie de nutrientes que no están normalmente en una dieta –indica sonriendo Florencia Buffa-. Como las berenjenas, la ricota, el zuchini, la zanahoria, que en el Fruti las comen, las barras de cereal. En general son componentes de la receta que nosotros no vemos que las madres los incorporen en forma habitual, y es difícil… al chico no le gusta o no lo quiere comer. También darles herramientas en ese sentido, que las recetas las puedan hacer en sus casas, crear otros momentos, como el de hacer los mandados juntos, con sus hijos. Como dice Karina, el crear espacios en los talleres que no son habituales”. 
Nos intriga saber qué es lo que ven como devolución de los talleres a lo que Florencia, Karina y Melisa señalan: “Que se enganchen, que vayan, que esperen para llevarse lo que ellas preparan, que lo vayan a buscar más tarde cuando la bandeja se enfríe, que sepan que al otro día sus hijos van a comer el postre que ellas hicieron. Uno ve en el día a día el agradecimiento de las madres en que las escuchen, que empaticemos con ellas. El poder sentarnos de igual a igual y uno lo nota”, marcan como reconocimiento a esto. 
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