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La ciudad de los abusadores sueltos

Por Jorge Enrique Mendiberri


El caso de la chica captada en la vía pública y atacada debajo de un puente ferroviario por un hombre con antecedentes firmes por delitos sexuales, la segunda denuncia sobre el mismo sospechoso, la incertidumbre en la vecina localidad de Orense acerca de lo que pueda ocurrir con otro vecino acusado de abusar de una de las hijas de su pareja y el criterio del juez de Garantías para que ambos sigan sus respectivos procesos en libertad, fueron el eje informativo de la semana en materia policial. 
Para los próximos días, se espera la realización de una cámara Gesell a la chica de 15 años que fue interceptada por un solitario sujeto que, en su bicicleta, logró reducirla y llevarla debajo de un puente, donde la adolescente, aprovechando una distracción del agresor, logró escapar en ropa interior. 
Es que para lograr más celeridad en el proceso, la UFI N°13 acusó al sospechoso de “robo y privación ilegal de la libertad”, un delito con penas más graves que la de un eventual “abuso sexual en grado de tentativa”. 
Sin embargo, al rechazo del primer pedido de detención, se le sumó un segundo requerimiento denegado (siempre sobre el mismo delito), esta vez, a raíz de la presentación un recurso de eximición de prisión por parte de la Defensa Oficial, el cual, según el criterio del juez Rafael Oleaga, será descartado definitivamente una vez que la Cámara bahiense lo considere rechazado, como también hizo el juez tresarroyense en primera instancia, sin tratar el pedido de detención realizado en el mismo nivel por la Fiscalía. 
Más pruebas 
Por lo tanto, con el ánimo golpeado por el criterio de un juez, supuesta y aparentemente preocupado por la integridad física de los sospechosos de estos casos en sus lugares de detención (otra cosa no cabe pensar), la Fiscalía intentará ampliar su imputación realizando una cámara Gesell a la menor atacada y, con esos elementos, agregar una imputación más al hombre que, según se informó desde el Ministerio Público Fiscal tras la realización de una pericia de reconocimiento positiva el pasado lunes, cumplió una condena en un penal de Mar del Plata por delitos contra la propiedad y sexuales.
Mientras tanto, la misma Justicia, que, en función del delito que se investiga, tampoco crea o propone una alternativa de control del sospechoso, le brindó un, a todas luces, endeble blindaje a la chica atacada y su familia.
Así, la restricción de acercamiento a una persona que habita junto a sus allegados a cuatro cuadras de su casa parece un tanto insuficiente. 
Sobre todo después de la visita de familiares del imputado recibida al día siguiente por las víctimas, cuando debieron llamar a la policía para sacarlos de su casa mientras proferían amenazas acerca del alcance de la medida judicial.
Lo último de todo esto, fue el dictado de otra restricción de acercamiento, esta vez, sobre la mujer mayor de edad que, junto a otra menor, protagonizó la citada visita. 
Mientras tanto, los rumores sobre un abandono de la ciudad por parte del sospechoso, chocan con las versiones de las víctimas, que llaman (con entendible desesperación) a este diario para informar que ellos tienen información precisa que el abusador sigue suelto en la ciudad. 
El otro 
Algo similar a lo que ocurre con el DJ de Orense, acusado de abusar sexualmente de una de las hijas de su pareja.
Al parecer, este sospechoso, por el que revivieron las asambleas de vecinos y se quemaron muchos neumáticos en el acceso a la delegación tresarroyense exigiendo en vano su detención, habría negado ante el fiscal Carlos Lemble su vinculación con el caso, aunque eso no habría cambiado su situación frente a la causa, la cual le permite seguir en libertad mientras la Cámara bahiense no se expida sobre la rechazada eximición de prisión apelada por su defensa. 
Mientras tanto, circulan versiones que indican que eligió a nuestra ciudad para esperar el desenlace de su situación judicial. ¿Lo hará porque sabe que en estas calles no será el único en esa condición?
De esta manera, en poco menos de un mes, Tres Arroyos parece haberse transformado en la ciudad de los abusadores sueltos. 
Un sitio donde parece que se los cuida más que a sus víctimas, a quienes el escepticismo por las instituciones y la cesión de confianza tantas veces requerida para denunciar, parece indicarle que esa no sería la mejor alternativa frente a la desprotección de todos los días. 
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